La gripe de 1918 en Toledo y provincia (IV)

José García Cano*
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La Junta de Sanidad ordenó que se habilitaran algunas dependencias del antiguo hospital de San Juan de Dios en el barrio de la judería, para recoger a los enfermos graves y con menos recursos económicos de la ciudad

Antiguo hospital de San Juan de Dios y posterior maternidad, donde se ubicaron algunos enfermos de gripe en 1919.

A pesar de que los datos de enero de 1919 daban la impresión de ser favorables, constatándose la bajada de defunciones y de contagios, llegando al día de San Valentín de aquél año se hace pública la noticia de que la epidemia se estaba extendiendo ya que a la muerte de un joven recluta de Madridejos (Rufo Gallego Escalona), se suma la estancia prolongada en el hospital de la Misericordia (hoy Hospital Provincial)  de varios enfermos cuyas posibilidades de curación eran casi nulas, el contagio de cinco religiosas del convento de San Pablo y una más en el de la Reina. El número de contagiados en los barrios de Toledo capital van en aumento, como por ejemplo en el barrio de la Magdalena donde se ofreció la extrema unción a siete vecinos o en el de San Miguel a otros dos. Entre los días 13 y 14 de febrero fallecieron seis personas a causa de la gripe, anotándose un total de 87 contagios en un solo día. Según los datos oficiales los contagiados en toda la ciudad de Toledo llegaban a 200, aunque algunos periodistas totalmente en desacuerdo con las cifras de la administración sanitaria, llegaban a cifrar esos contagios en más de mil toledanos y toledanas. Destacan en aquellos momentos las localidades de Bargas donde se contabilizaron más de cien casos y Villarrubia de Santiago, con seis fallecidos en un solo día y donde apenas quedaban vecinos sin contagiarse. El 15 del mismo mes en el cuartel de la Guardia Civil -que se encontraba establecido en la zona del Tránsito- se registraron varios casos que fueron puestos en conocimiento de la autoridad sanitaria. Aquel día la Junta de Sanidad determinó entre otras cosas, que no se cerrasen los establecimientos públicos de la ciudad ya que no lo creyeron necesario. También se ordenó que se publicara en la prensa local una nota en la que se recomendasen diversas medidas que cada uno debía tomar para prevenir el contagio de la gripe.

La Junta ordenó que se habilitaran algunas dependencias del antiguo hospital de San Juan de Dios en el barrio de la judería, para recoger a los enfermos graves y con menos recursos económicos de la ciudad. Este hospital abierto en el siglo XVI por doña Leonor de Mendoza se usaba tradicionalmente para curar enfermos convalecientes hasta que en su interior se estableció la antigua maternidad ya metidos en el siglo XX. En aquellos momentos un médico llegó a afirmar que la gripe en sus formas más graves, atacaba más a las personas «de vigorosa complexión física», deduciendo que no se tenía muy claro ni el origen ni la propagación de la misma. En Toledo capital y en menos de cuarenta y ocho horas fallecieron por la gripe ocho personas, anotándose nuevos casos tanto en el convento de San Pablo como en el de las Gaitanas. La prensa anunció que el alcalde de Toledo don Justo Villarreal se encontraba en cama afectado por la gripe, por lo que algún medio de comunicación local llegó a afirmar que cuando estuviera restablecido y volviera a su despacho, no seguiría afirmando que la epidemia gripal era «cosa que solo existe en las columnas de los periódicos…» Se le criticó también la falta de atención puesta en higienizar los barrios más humildes de Toledo ya que en ellos había mucha falta de inodoros y se necesitaba airear y limpiar los espacios, cosa que no se había llevado a cabo. Los datos del resto de la provincia no eran nada positivos ya que por ejemplo en Recas se registraron 12 nuevos casos de vecinos que procedían de Toledo, así como en Villafranca de los Caballeros donde se informa de 16 casos o Villarrubia de Santiago con 19 contagios y 2 defunciones.

El Gobernador Civil determinó abrir una suscripción pública para ayudar a los enfermos de gripe más necesitados y desfavorecidos, con lo cual colaboraron diversas personas destacadas de la política toledana del momento. Se dirigió una circular a las personas pudientes de la ciudad solicitándoles que ayudaran con alguna cantidad para este fin benéfico. Con esta ayuda se intentó solucionar el problema que muchas de estas familias tenían de abastecimiento alimentario, con lo cual se quería ayudar a las mismas en lo que sería su cesta de compra diaria. El 17 del mismo mes la Junta de Sanidad solicitó a la prensa que publicara una serie de consejos higiénicos que debían de tener en cuenta todos los vecinos para prevenir el contagio; entre ellos se señalaba el airear y limpiar las habitaciones, no cometer excesos en comidas o bebidas, ni en el ejercicio corporal o mental, extremo que hoy nos haría perfilar una leve sonrisa si nos lo recomendara la autoridad médica para prevenir el Covid-19. Otro consejo era el de no acercar la cara a la de personas enfermas, sobre todo cuando estas tosían, hablaban o expectoraban. Por otro lado, se recomendaba que las ropas de los contagiados se llevasen al parque de desinfección, para luego ser devueltas a sus dueños después de desinfectadas.

Tampoco faltaron las incongruencias por parte de la administración a la hora de ordenar ciertas prácticas, como por ejemplo el no prohibir las reuniones en sitios públicos y por otro el recomendar que los vecinos no permanecieran en locales cerrados y muy concurridos, por lo que se generaron diversas críticas al consistorio toledano ya que unas normas se contradecían con otras, de nuevo una realidad que en este año de pandemia estamos viviendo a través de las diversas administraciones que nos regulan (local, autonómica, estatal…)

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo