El Frente Popular está naciendo ya

Carlos Dávila
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Pedro Sánchez y Yolanda Díaz están trabajando en una plataforma izquierdista para presentarse juntos a las próximas elecciones y ganar la partida a Casado

El presidente saluda a la ministra de Trabajo durante una sesión de control al Gobierno en el Senado. - Foto: Kiko Huesca

Con informaciones de algún disidente de Podemos, profesor universitario él, transcribo lo siguiente: «La plataforma que está montando Yolanda Díaz no es un nuevo partido, ni siquiera, para entendernos, un Podemos reformado; no, es un pacto en toda regla y para todo con el PSOE de Sánchez para acudir en comandita a las próximas elecciones o, en todo caso, con acuerdos determinados en distritos singulares». Por ejemplo, la Comunidad Valenciana donde los últimos sondeos endógenos que maneja el muy peculiar barón (por llamarle algo) Chimo Puig, revelan un ligero adelantamiento del Partido Popular sobre la coalición que nació en el Palacio de las Artes de la capital de la región. Por ahora, y según informaciones muy precisas, el acuerdo que se están trabajando Sánchez y su cómplice Díaz, no ha tomado nombre concreto, toda vez que un primer apunte como Plataforma Progresista, les parece de bajos vuelos, muy ambiguo para venderlo como principal producto del marketing que ya están preparando.

Esta semana que termina hablaba este cronista largo y tendido con un empresario de los más influyentes y me transmitía la siguiente y cauta impresión: «Todo el mundo ya da por sentado que Casado y el Partido Popular van a ganar las próximas elecciones; pues bien, que tengan mucha cautela porque una izquierda verdaderamente unida en un equipo político muy compactado aún con diferentes siglas, puede amargarle la noche electoral a Casado». La advertencia de este empresario, de los que atesoran un tanto por ciento muy sugestivo del Producto Interior Bruto del país, no es para desdeñar. Puede suceder -y esto todavía no es más que una especulación- que los electores se queden la tesitura de optar por uno de los dos bloques: el centro derecha y la ultraizquierda. Ahora mismo es más real, más factible, la articulación del segundo que del primero. El pasado fin de semana hemos asistido un acto supranacionalista y muy radicalmente derechista y populero de Vox, presidido por su gran vocero Abascal. Este gastó su mayor artillería en poner de vuelta y media al PP y a su presidente, llegó incluso a la demasía de homologarle con el propio PSOE de Sánchez. Como resulta que Casado y sus artificieros trabajan en este momento en dos direcciones: en eliminar la traba enojosa del Ciudadanos marginal, como ya hemos contado en estas crónicas, pero sobre todo en acrisolar un proyecto y una imagen alejada radicalmente de Vox, la hipótesis de un reencuentro de estos dos partidos parece ahora mismo insostenible. La de la ultrazquierda de Sánchez y Díaz es bastante más probable e incluso posible.

 En estos dias cercanísimos, el PSOE va a celebrar un remedo de aquellos espectaculares congresos federales en los que una vez se marchaba Felipe Gonzalez por que ya no se consideraba marxista puro, y otra vez él mismo, tras ser derrotado en las urnas, dimitía de todos sus cargos orgánicos, dejando al partido en una orfanadad brutal de la que solo le sacaron los espeluznantes atentados de 2004, aún por cierto, y digase lo que se diga, sin aclarar del todo. 

Este Congreso tiene tres objetivos: en primer lugar, liquidar a todos los conmilitones que hicieron a Sánchez secretario general del PSOE, y luego, de forma insensata, presidente del Gobierno; en segundo, aprobar la desnacionalización definitiva de España con su improvisada iniciativa de expulsar de Madrid a las más importantes instituciones del Estado; en tercero, lograr que los fanatizados hooligan de Sánchez le aprueben una suerte de acercamiento, táctico por ahora, al plan de concomitancia con Díaz que hemos explicado líneas arriba. El autócrata no tendrá problemas: su fauna de delegados domesticados le aprobarían incluso su pretensión, no confesa todavía, de convertirse en presidente de la III República. Quede claro que esta triple propuesta no es la reflexión de una noche caliente de otoño en los jardines de La Moncloa, es un programa específico, una patada a seguir que, curiosamente, no está siendo seguida, mucho menos perseguida, por los habitantes más sensatos de nuestro pais.

 

Parar al PP

Tan peligroso se presenta este fin de semana que algunos invitados llamados especialmente a la apoteosis del domingo de Pedro Sánchez, no acudirán al acto. No irán los empresarios más importantes del Ibex (a los energéticos ya les ha desplumado) y desde luego se quedarán en casa, miembros reputados de la atolondrada e inane sociedad civil española. Será su moderada forma de protesta ante las fechorías que está cometiendo esta pesadilla llamada desde la cuna Pedro Sánchez Castejon. Sus encuestas, como las valencianas antes citadas, no le auguran buen porvenir, a no ser que el aviso de ese dirigente importantísimo se cumpla y una vez más la derechorra estúpida de esta nación entregue el poder a la ultraizquierda del matrimonio político citado. Por eso, los dos integrantes de esta coyunda se están apresurando a conformar el Frente Popular que ya está naciendo -lo repetimos- a marchas forzada. Hace unos dias, en Madrid, uno de los socios preferentes del Gobierno, quizá el privilegiado, Rufián, el separatista de Esquerra, comunicaba a un grupo de periodistas reunidos para la ocasión, que Sánchez, él y sus respectivos partidos tenían ya una sola obsesión, un fin compartido sin fisuras: parar a Pablo Casado. Teniendo en cuenta de cómo se las gastan estos dos cómplices, habrá que ponerse en prevención, porque, como ya anunció Rufián en este encuentro: «...y esto lo haremos a cualquier precio».

Comentaba el cronista con este asistente a aquel acto la coda del faccioso Rufián y ambos nos estremecíamos ante el cúmulo de posibilidades que van a utilizar para terminar con el PP y el propio Casado. El interlocutor recordaba: a finales del XIX y principios del XXI, don Francisco Romero Robledo se inventó las escuadras electorales, gran grupo de mercenarios que votaban en lugar de los muertos, los desaparecidos o los ancianos, en muchos colegios. No hay lugar -espero- para comparar a don Francisco, el tipo más guapo de Madrid, con el habitante monclovita, del que no sé si viene a cuento rememorar también que ya en una ocasion quiso enmendar con un pucherazo su permanencia al frente del PSOE. ¿O es que no recuerdan aquella cortinilla de casa de citas que escondía una caja de zapatos para recoger los votos de los ya miembros de las escuadras sanchistas? Pues eso.