La puerta toledana del Pazo de Meirás

F. J. R.
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El acceso al inmueble gallego de los Franco está cerrado por un portón que perteneció, hasta 1942, al Alcázar de Toledo y que el propio dictador mandó trasladar

La puerta toledana del Pazo de Meirás

Una sentencia ha estipulado que la familia Franco debe devolver al Estado el gallego Pazo de Meirás, que fue regalado en 1938 al dictador tras ser construido en 1900 por la escritora Emilia Pardo Bazán. Las puertas de la residencia veraniega más conocida del autoproclamado Caudillo están a un paso de volver a abrirse al dominio público, tal y como ha decretado el Juzgado de Primera Instancia de A Coruña. Se da así un importante paso, aunque no definitivo -la familia va a recurrir la sentencia-, para que la propiedad del emblemático edificio que en manos del Gobierno de España.

Tras la exhumación de los restos del general gallego, este es el siguiente objetivo de la actual Abogacía del Estado, que lidera la causa para recuperar una propiedad que fue donada en curiosas circunstancias al término de la Guerra Civil por un grupo de notables coruñeses partidarios del Bando Nacional.

La historia del pazo ha dado desde entonces muchas vueltas, y siempre se ha sospechado que era el lugar donde los descendientes de Franco guardaban todos los regalos e incautaciones que el dictador atesoró durante su gobierno. Un rico patrimonio que desde hace años trata de ser recuperado por sus municipios de origen y que ha protagonizado pleitos como el del Ayuntamiento de Santiago de Compostela por dos estatuas del Pórtico de la Gloria de su catedral que aún permanecen en Meirás.

El interés del Caudillo por coleccionar patrimonio fue evidente durante sus años de gobierno, teniendo siempre esos objetos una clara simbología para él. La mayoría de ellos pertenecían a la esfera religiosa, pero tampoco dudó en rodearse de otros elementos para él tenían un potente significado.

Así, destaca que la puerta que eligiera para cerrar el Pazo de Meirás no procediera de otro sitio más que del Alcázar de Toledo. La exaltación de la fortaleza como bastión inexpugnable y símbolo de su victoria frente al gobierno de la República y, por ende, del Comunismo, hizo sin duda que el propio Franco eligiera una reja del Alcázar como portón de su residencia de verano.

La decisión la tomó Franco en 1939, durante una visita a Meirás en compañía del general Moscardó que se recogió en la prensa de la época. Más tarde, en agosto de 1942, se procedió a la instalación de la puerta toledana, que había viajado desde la antigua Ciudad Imperial para dotar con inequívoco un simbolismo de seguridad al pazo gallego.

Todo quedó recogido en publicaciones como el periódico ‘Pensamiento Alavés’, que en su edición del 26 de agosto recogió la instalación de tan curioso portón con todo lujo de detalles.

Como curiosidad, destaca que aún hoy se pueden ver en los barrotes de hierro forjado de la puerta varios impactos de bala que sobrevivieron a la instalación de unas planchas de metal en 1990 para garantizar la privacidad de la finca. Eran las heridas de guerra del asedio del Alcázar, una acción bélica que el régimen franquista ensalzó a la categoría de gesta y que hizo al entonces jovencísimo general Franco colocarse como claro líder del bando golpista.

El dictador estuvo muy vinculado a Toledo. Llegó a la ciudad con 14 años para estudiar en la Academia de Infantería y siempre la tuvo muy presente. Adoraba la gloria de Carlos V y soñaba con reverdecer esos laureles. Por ello siempre que tenía ocasión se rodeaba de elementos simbólicos de la ciudad. Que eligiera como puerta del Pazo de Meirás una reja del Alcázar es prueba de ello.