Del color de la leche de Nell Leyshon

Mercedes Regidor Resino*
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eme. a. erre. i griega. La narradora de estas páginas, Mary, deja por escrito su testimonio personal, de su propio puño y letra, recién estrenada. Cuenta un fragmento breve de su vida, buscando consuelo interior y explicación a una serie de hechos

Del color de la leche de Nell Leyshon

eme. a. erre. i griega. La narradora de estas páginas, Mary, deja por escrito su testimonio personal, de su propio puño y letra, recién estrenada. Nos cuenta un fragmento muy breve de su vida, pues no llega a un año, buscando consuelo interior y explicación a una serie de hechos encadenados que no debieron ocurrir nunca.

Los cuatro capítulos que componen la novela se desarrollan durante las estaciones del año. El texto completo en sí es como un poema de inicio anafórico en cada una de sus partes, pues comienzan de la misma manera: «este es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano, en este año del señor de mil ochocientos treinta y uno he llegado a la edad de quince años».

El lirismo narrativo se ve reflejado en la sencilla exuberancia con la que la escritora nos hace percibir todo lo referente a los sentidos. Los olores: el olor de la vaca, de la leche que sale de sus ubres y de los excrementos pegados a su cola; el tufo a queso crudo y  el aroma del abuelo a manzanas. Los sonidos: el estruendo de las piedras al golpear contra los cubos de metal ; su pierna mala al chocar con los escalones o el ruido que hace Ralph al besar a Violet es como el que hacen los terneros cuando buscan el pezón. Los sabores: el gusto del queso nuevo tan fuerte que casi ardía la garganta; la lengua del vicario que sabe a tabaco y es como tener un hígado de ternero dentro de la boca. La vista: la casa es una sombra oscura; sus piernas pálidas a la luz de la luna o las ciruelas brillantes de un morado casi negro, como un cardenal.

Nell Leyshon ha recreado con una hermosura siniestra un universo aplastante, poblado por personajes como el padre de la protagonista: misógino, renegado por no haber tenido un hijo varón con más fuerza e inteligencia que sus cuatro hijas para desarrollar las labores de la granja. Con mano de hierro, en un estado de semiesclavitud dirige la vida de su infortunada progenie haciéndoles trabajar sin descanso, controlando, por medio de la fuerza bruta, que rindan al límite de su resistencia en todas sus tareas. Destinadas a una forma de vivir primitiva y animal, se levantan cuando hay luz, se acuestan cuando está oscuro y comen cuanto les ruge el estómago.

Las mujeres de la granja se mantienen aisladas en su lucha por la supervivencia con el temor conjunto a las represalias del padre. El único foco de ternura que emana de este abrumador microcosmos lo reciben Mary y el abuelo de manera recíproca.

Mary es una niña diferente, rebelde, ha nacido distinta a los demás: con el pelo blanco y una deformación en una pierna. Reflexiva, inconformista, con ansias de saber. De forma espontánea destila por todos los poros de su cuerpo rebeldía e insumisión y falta de agradecimiento por lo que le dan a su padre a cambio de su trabajo. No posee educación pero sí un ingenio y talento innatos para analizar lo que ocurre a su alrededor.

 En pocas páginas la autora nos presenta dos mundos; el de la granja y el de la vicaría, donde el padre de  Mary  la pone a trabajar para cuidar a la señora de la casa que tiene una enfermedad terminal. Allí, la mujer del vicario descubre a la niña fiel, chispeante, sensitiva, generosa y le ofrece las comodidades y el cariño que nunca le ha dado su madre, ella también ha tenido unos padres fríos y decepcionados con su hija. Su propio hijo, Ralph, se comporta con todos aquellos que considera inferiores o débiles, incluida su madre, de una manera mezquina, cruel e irresponsable. Cuando fallece su madre quiere aliviar su conciencia con Mary, que ha acompañado a la señora día y noche sin descanso, pero ella le recrimina que la persona a la que quiere decir lo que siente ya no está, es demasiado tarde.

Dos horizontes vitales enmarcan la novela, engañosamente distintos: dos prisiones con distinto carcelero. Observamos  clases sociales desiguales con elementos comunes; el poder del más fuerte, dentro de cada una de ellas, ejerce la violencia en su provecho con rotundidad, sin conceder oportunidad ninguna de resistencia al más frágil.

La voz a la que la escritora da vida tiene un carácter atemporal, por la vigencia de los temas que explora y por la prosa delicada e intimista que utiliza. Es un relato lleno de belleza y espanto por partes iguales, se dirime entre el carácter resplandeciente de las palabras y el furor de los hechos.

Con un estilo conciso - lleno de reiteraciones que nos atrapan, detalles precisos que provocan una gran emoción al sentir la presencia de Mary en nuestra mente de manera muy directa: su inocencia desgarradora, su fuerza, la vergüenza ajena que siente por tener que relatar los actos injuriosos de los demás, a los que se ha visto forzada ella misma - la autora reproduce el lenguaje y el pensamiento de una niña de quince años que acaba de aprender a leer y a escribir, por lo que apenas conoce las reglas gramaticales, haciéndonos captar la esencia de una conciencia firme, que no se resigna al silencio, al yugo violento del deshonor y decide orgullosa de su destreza, a base de minúsculas, frases cortas, diálogos sueltos y cortantes, decir la verdad.

 

*Mercedes Regidor Resino

Coordinadora de clubes de lectura y actividades de la Biblioteca Municipal José Hierro