Cochecitos de carreras con escudería toledana

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La juguetera Giordani Española S.A. suministró al Ayuntamiento de Toledo los juguetes de la Cabalgata de Reyes de 1971, hace cincuenta años. Fue una de las primeras empresas que se instaló en el polígono industrial de la ciudad

Cochecitos de carreras con escudería toledana

Giordani Española S.A. fue la empresa encargada de suministrar los juguetes de la Cabalgata de Reyes celebrada por el Ayuntamiento de Toledo el martes 5 de enero de 1971, hace ahora cincuenta años. Aunque hoy quizá no todos la recuerden, esta marca italiana especializada en juguetes deportivos -desde sencillos triciclos hasta maravillosas réplicas de vehículos que competían en circuitos internacionales, como el Auto Monza 3000, de rabiosa actualidad aquel mismo año- tuvo una gran presencia en el Toledo de comienzos de los setenta.

Por aquel entonces, el presupuesto municipal para organizar la Navidad -el belén de la plaza de Zocodover, las luces de la plaza y la celebración de la tradicional cabalgata, que comenzaba a la altura del Hospital Tavera- rondaba las cien mil pesetas, administradas por el concejal presidente de la Comisión de Festejos del Ayuntamiento, Jacinto Fernández López. Era alcalde Ángel Vivar Gómez, último de los alcaldes de Toledo durante la etapa franquista.

Cientos de niños toledanos soñarían aquella noche con un Maggiolone o con un Auto Spa 903, con pedales regulables, claxon, faros a batería, parachoques y capota desplegable. Coches de juguete construidos en carrocería plástica Isplen que en cierta manera fueron un sello de identidad local durante los años setenta, ya que su fabricación se producía en el recién inaugurado Polígono Industrial. Una gran variedad de modelos -más de medio centenar-, desde réplicas de jeeps militares hasta cochecitos de muñecas para niña, pasando por motocicletas y trineos, además de las bicicletas infantiles anheladas en aquellos tiempos por Zipi y Zape, ilustraban el ilusionante catálogo.

La noche de Reyes de 1971 fue verdaderamente gélida en toda España. El observatorio meteorológico de Monreal del Campo (Teruel) llegó a rozar aquella Navidad los 30 grados bajo cero. Madrid quedó colapsada. En Toledo fue necesario aprobar una partida extraordinaria para el personal de limpieza -200 pesetas cada uno- que, lejos de estar familiarizado aún con expresiones como «lluvia engelante» o «ciclogénesis explosiva», hubo de participar en el arreglo de las calles.

A la mañana siguiente, mientras los abuelos veían por televisión la retransmisión de la Misa de Reyes desde los estudios Miramar de Barcelona, los niños más afortunados disfrutarían con sus nuevos regalos resbalando sobre la nieve, rompiendo más de una pernera de aquellos pantalones pata de elefante.

Giordani Española S.A. llegaría a disfrutar de una década afortunada, durante la cual tomó parte en la vida toledana no solo a través de sus juguetes, sino participando en competiciones como la vuelta ciclista. Desgraciadamente, en mayo de 1981 la juguetera fue sacudida por una grave crisis. Su compra por parte de Ibertol supuso cierto alivio para la mayoría de sus trabajadores -consiguieron salvarse 75 de 90 puestos-, pero el cierre cayó definitiva e implacablemente en 1987.