Montesión se recupera, según las mariposas

J. Monroy
-

Un estudio realizado por Juan Ignacio de Arce indica que la recuperación de la zona tras el incendio se está haciendo de forma natural, sin la intervención del hombre, y puede culminar en cinco o diez años

Montesión se recupera, según las mariposas

La zona quemada de Montesión se está recuperando y puede tener en cinco o diez años los mismo valores ecológicos de antes del incendio, con una estructura del ecosistema muy parecida, más allá del tamaño de las encinas. Así lo dice la ciencia, lo dicen las mariposas, a través de la investigación de Juan Ignacio de Arce. Se están recuperando todos los valores de la zona afectada «y lo importante es que lo están haciendo sin intervención humana, sin talar, ni replantar, ni hacer directamente nada, la naturaleza está reestructurando todo».

Las mariposas, apunta el científico, son unos excelentes bioindicadores de la calidad de los ecosistemas y se pueden utilizar como indicadores del cambio climático; son un eslabón de la cadena trófica, que comen de las plantas y de las que se alimentan otros animales, que señalan la realidad de todo el entorno. Así que tras el incendio de Montesión de hace dos años, Arce decidió aplicar la metodología de estudio BMS (butterfly monitoring skin), estandarizado a nivel europeo, para ver cómo había afectado a la comunidad de mariposas y cómo se recuperan en el tiempo tanto las mariposas, como su hábitat. Se trata de un proyecto internacional, con sucursal en España, y que el propio de Arce coordina en Castilla-La Mancha.

La zona quemada en Montesión tiene 1.424 metros y la que se salvó del impacto ambiental de las llamas es de 1.327 metros. De Arce trabaja en ambas con sendos transectos, cubos imaginarios de cinco metros de aristas, en las que compara la presencia de mariposas. En ambos transectos, el ecosistema es el mismo, un encinar con matorral, principalmente esparto, aunque en realidad con gran cantidad de especies botánica. Según anda De Arce, va apuntando todas las mariposas que allí encuentra, así como la temperatura, insolación, viento, fecha y hora. Sale de esta forma un estudio estandarizado y automático, de la misma manera que se están desarrollando en otras zonas de Europa.

Cada quince días, entre mediados de marzo y de octubre, que es cuando viven las mariposas, De Arce recoge los datos de los dos transectos, para después hacer una comparación anual de los resultados. El problema del anterior ejercicio, fue el confinamiento. A pesar de ello, pudo registrar en 2020 una mengua en el censo de mariposas de la zona quemada. Fueron 450 (con una densidad de 77,22 mariposas por hectárea), frente a los 539 (84,75) del espacio al que no afectaron las llamas. En cuanto a la riqueza, número de especies de mariposas, fueron 20 especies distintas, frente a 29. También midió la diversidad ecológica, que marca la salud del ecosistema, 2,96 en la zona quemada frente a 3,46 de la que se salvó. Todos los datos de la zona quemada siempre fue inferior. Además, las mariposas de ambas zonas fueron muy distintas.

Conclusiones. A falta de la última visita, los datos de 2021 han cambiado considerablemente sobre las cenizas. Ha aumentado la abundancia de mariposas (706 con una densidad de 82,63 en la zona quemada y 834 con 100,21 en la que no), el número de especies (28 y 30) y la diversidad ecológica (3,09 y 3,6). Las mismas tres mariposas más abundantes coinciden en ambos espacios. Es una mejora en un año, apunta De Arce, que se aprecia a simple vista sobre las plantas, en la cornicabra, encinas o esparto, y que se confirma con este estudio, que demuestra que «si botánicamente está habiendo, toda la fauna asociada también se está recuperando».

Arce es biólogo, profesor de instituto, y su trabajo con las mariposas forma parte de su tesis doctoral, en la Facultad de Ciencias Ambientales de Toledo. Explicó su investigación en la pasada edición de la Noche de los Investigadores