Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Bacholi

25/01/2023

Bacholi era un zagalón enorme y simpaticón que ejercía de repartidor de carne de las dos carnicerías más importantes de Talavera antes de la Guerra Civil: la de los Gregorios y la de los Blancos. Simultaneaba el servicio a las dos empresas rivales con enorme diligencia, exquisita neutralidad y esmerada profesionalidad. Todas las mañanas al venir el alba se presentaba en la churrería de Villarroel y se apretaba entre pecho y espalda dos vasos de chocolate hirviendo, ocho cohombros, cuatro por cada taza y una jarra de agua de dos cuartillos. El brebaje le soltaba el vientre y antes de comenzar el reparto tiraba de pantalón junto al arco de Pescaderías. Entre recado y recado siempre pasaba por la taberna de Paco, el de la Elvira, mentidero oficial, en busca de las noticias y chascarrillos que luego pregonaba por toda la ciudad.
Bacholi desde niño quiso ser torero, pero con su humanidad no daba el tipo. Mató el gusanillo varias temporadas con el espectáculo cómico-taurino La Empastrada Talaverana. El número que más éxito tenía era el de don Líquido y su Señora, Bacholi era la mujerona de don Líquido y a tal efecto le colocaban unos postizos de paja de centeno en el culo y en el pecho muy bien conseguidos en los que topaba la vaca con gran regocijo del respetable. Bacholi estaba enamorado hasta las trancas de la artística y valiente novillera Angelita del Álamo, con la que a veces compartía cartel por las plazas de los pueblos. En el baile de la feria de Los Navalmorales, Bacholi tomó diez o doce copas de aguardiente y se atrevió a confesarle a la torera los sentimientos que anidaban en su corazón. Ángelita del Álamo, que en aquel preciso momento estaba comiendo una manzana de caramelo, con la impresión, se atragantó.  Y menos mal que un cabo de la Guardia Civil viendo los gestos y la color de la muchacha le dio un manotazo en la espalda que casi le hunde las costillas. Salió el trozo de la fruta y tras ella parte de los huevos con chorizo que había comido a mediodía. La verdad es que ya estaba medio asfixiada. A Bacholi le dio un poco de asco y se le pasó en seco el enamoramiento y la borrachera.