Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Ni silentes, ni equidistantes

29/04/2021

En uno de sus celebrados discursos, el doctor Martin Luther King dijo aquello de que más que el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos o de los sin ética, le preocupaba el silencio de los buenos. Con ello quería denunciar la actitud contemplativa que en ocasiones adoptamos ante problemas que, por no afectarnos directamente, consideramos que incumben exclusivamente a los ‘otros’, no implicándonos en corregirlos o erradicarlos. La indiferencia, había expresado ya Aristóteles, es una actitud de idiotas, por ello cerrar los ojos ante la posibilidad de que el próximo martes la ultraderecha se convierta en fuerza imprescindible para conformar nuevo gobierno en la Comunidad de Madrid es un riesgo ante el que, aunque no vivamos allí, no podemos permanecer indolentes.
Vista la peligrosa deriva en que algunos han situado la recta final de la campaña electoral madrileña, enarbolar la bandera de la equidistancia, como con profusión hacen muchos en estos días, tampoco es una opción justa. Pretender acomodarse en el punto intermedio de dos extremos no es garantía de ecuanimidad ni expresión de integridad moral. En nuestro ámbito profesional, el periodismo, la objetividad no implica ser imparcial. Entre la verdad y la mentira no debería haber dudas de en qué bando situarse, como tampoco a la hora de elegir entre fascismo y democracia. Hay momentos en que la tibieza alimenta las acciones corrosivas de quienes con sus mensajes de odio, excluyentes o supremacistas amenazan la convivencia social y ciudadana. Callarse ante ello, o intentar justificar tales desafueros como la polarización propia de una convocatoria electoral, es, simple y llanamente, complicidad.
Lo peligroso de cuanto estamos viendo en Madrid es que frente a esas amenazas, en vez de desplegar un cordón sanitario que aísle a quienes sin tapujos alardean de tan deleznable extremismo, al Partido Popular y a sus votantes no parezca temblarles el pulso para asegurar junto a Vox el gobierno de la Comunidad, dejando que la semilla de su intransigencia encuentre acomodo institucional para contaminarlo todo. No es baladí lo que está en juego el 4-M. Normalizar y blanquear a la ultraderecha no nos hace más demócratas ni más tolerantes, porque los silencios complacientes del hoy pueden ser antesala de la opresiva mordaza del mañana.