No se lo deseo a nadie. En una rápida búsqueda de su definición leo que «los cálculos renales son formaciones minerales que se producen en el interior de la vía urinaria a causa del depósito de unos cristales minerales que van creciendo hasta formar la piedra o cálculo, si el tamaño es considerable puede obstruir el paso de la orina y provocar síntomas como dolor muy intenso al orinar y sangrado». En mi caso, aunque al principio quise tratarlo con el desdén habitual que reservo para estas cuestiones de dolencias, enfermedades, controles y citas médicas, lo cierto es que me equivoqué de medio a medio. Créanme, duele de cojones.
Si tuviera que hacer una reflexión sobre el dolor, en mi caso puedo decir que con cada brote de tormento, supongo que debido al mínimo movimiento caprichoso de la piedra que he engendrado en mis entrañas, me quedo como Sancho Panza después de la batalla de los yangüeses cuando «se levantó, quedándose agobiado en la mitad del camino, como arco turquesco, sin poder acabar de enderezarse». Pero ya sabemos que el dolor es una percepción sensorial, localizada, molesta, desagradable y, sobre todo, subjetiva; es simplemente una respuesta de la estimulación de las terminaciones nerviosas sensitivas de nuestro cuerpo que, sin embargo, paradójicamente, nos ayuda también a comprender mejor nuestra naturaleza y nuestras limitaciones, nos prepara para la aceptación del sufrimiento y de la muerte y nos muestra el carácter aleatorio de los exiguos destinos humanos.
Aunque también podemos hacer referencia al dolor social o colectivo en el sentido regeneracionista expresado por Miguel de Unamuno. Aquello de que 'me duele España', como una reacción emocional subsecuente a la percepción de una España en declive por el caos y la escandalosa incompetencia que nos gobierna, pues basta con un rápido, sencillo y completo hemograma de la situación política en la que nos encontramos, para diagnosticar la pésima salud general de España que, en materia de uréter, vejiga y uretra, a los efectos de iniciar la evacuación por los medios electorales previstos para el próximo mes de mayo y subsiguientes convocatorias, al paciente se le detecta una amplia gama de trastornos, coágulos, material purulento, tumores, estenosis, malformaciones y procesos infecciosos que debemos eliminar.
Y hablando de piedras, precisamente Pedro es un nombre propio masculino que proviene del nombre latino 'Petrus', que significa piedra. En fin, que si me han leído hasta aquí entenderán que me refiero a que España padece un cólico nefrítico de caballo y va a tener que tomar mucha Tamsulosina para eliminar el pedrusco que obstruye las vías de evacuación, por lo que probablemente debamos acudir a técnicas más expeditivas, como el catéter, la litiasis extracorpórea por ondas de choque, la cirugía endoscópica o el pacto poselectoral.