Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Mediocracia

20/09/2021

Publica el filósofo canadiense Alain Denault su obra ‘Mediocracia. Cuando los mediocres llegan al poder’ y te das cuenta de que los mediocres abundan mucho más de lo que nos podemos creer. Si lo lógico es que todo colectivo debiera buscar un gobierno formado por los mejores, de tal forma que la meritocracia se asumiera como algo evidente, expone que, en los momentos actuales, la mediocracia se ha impuesto en amplios sectores y en gran parte del mundo. Analiza que los mediocres no son incompetentes, simplemente, son del montón. Carecen de capacidad crítica, no son capaces de formular un modelo coherente de gobierno. Actúan basándose en lo que los manuales de gestión llaman ‘resolución de problemas’, dando una solución inmediata a un problema inmediato, excluyendo cualquier planteamiento a largo plazo.
En España podemos comprobar que esta situación también se da, tenemos ahora la clase mejor formada de nuestra historia. El 93% de los diputados, tienen titulación universitaria cuando la media en España es solo del 25%. Así que deberíamos creer que estamos en el periodo temporal con los gobernantes mejor cualificados y que toda ensoñación de la época de la Transición, por ejemplo, considerando a aquellos políticos como los mejores, no se corresponde con la realidad. Pero hay que analizar otros parámetros. En la Transición, los políticos que protagonizaron ese maravilloso paso de la dictadura a la democracia provenían de todos los sectores sociales, se comprometieron con un proyecto común y asumieron ese compromiso con generosidad.
Ahora, la mayoría de los líderes políticos, se han formado en las filas de sus partidos, únicamente rinden cuentas ante los órganos del mismo, llegan a puestos de responsabilidad sin experiencia previa de gestión. Y podríamos establecer más comparaciones extrapolando los ejemplos del libro de Alain Denault, pero mejor es no seguir para no desanimarnos. Habrá que pensar que estamos en un movimiento pendular y que esta fase de mediocracia pasará, dando paso a una nueva época de meritocracia. Claro está que feo porvenir podemos vaticinar con el coladero que la Ley Celaá supondrá para las futuras generaciones.