Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


La gesta de los 'Grandes Manchegos'

28/11/2022

Los primeros 40 años de la denominación de origen del queso manchego que celebramos este 2022, representan el más nítido éxito de la autonomía cuyo estatuto se solapa además con el mismo aniversario. Cuatro décadas de lucha, convencimiento, empeño, alegrías y sinsabores que las más recientes generaciones de ganaderos probablemente desconozcan, sin desmerecer en absoluto la generosa aportación y compromiso que, con su esfuerzo diario, logran para la pervivencia de una ganadería única, autóctona, que corona el estandarte de la marca más reconocida internacionalmente en cualquier rincón del planeta.
Seguramente muy pocos productos de la despensa castellano-manchega son capaces de diferenciarse de forma tan clara en cualquier lineal, gracias a un origen que se reconoce en el propio apellido de la tierra del venerado don Quijote de La Mancha, y todo a pesar de que haya habido que ponerle después una etiqueta numerada de caseína para evitar el plagio, o el uso fraudulento de la marca, incluso a través de elementos visuales evocadores que prohibió en 2019 el Tribunal de Justicia de la UE.
En este sentido, el Consejo Regulador ha hecho muy bien al celebrar estas cuatro décadas, porque ha puesto en primer plano el relato de la verdadera historia, de la idea que partió de dos veterinarios, Jesús Alía en Ciudad Real, Pedro Duro en Albacete, ambos jefes provinciales de ganadería de un gobierno autononómico incipiente presidido por José Bono. En la jefatura de servicio regional estaba un joven Alejandro Alonso, y por encima de él, un Fernando López Carrasco -como consejero de Agricultura- sin el que nadie entiende hoy el peso de la economía agroalimentaria, ahora en expansión por los mercados exteriores.
Aquella idea sedujo rápidamente al Presidente Bono que tuvo que confrontar con el Gobierno de España de Felipe González como también hizo con Cabañeros o las Hoces del Cabriel. Sabía que crear la marca era hacer región, generar un sentimiento patrio en un momento endeble para la propia autonomía.
¿Hubiera sido posible inventar una Denominación de Origen  sin el estado de las autonomías? Claramente no, tal y como contó al ser condecorado en Albacete como presidente de honor por el patronato del Consejo Regulador.
Pero había que hacerlo, y además, mucho antes de que España entrase en la Unión Europea (1986) donde hubiera sido muy complejo que los funcionarios y políticos de Bruselas aceptasen a la primera los románticos argumentos que hubo que moldear, construir y demostrar con hechos tangibles también ante juristas, ministros y magistrados. Porque los enemigos no estaban solamente en montañas lejanas, quizás demasiado cerca: la propia industria láctea del momento y otros actores que ya elaboraban queso manchego ¡en provincias como Zamora! o incluso alguna importante multinacional contra la que hubo que pleitear por obstruir todo el proceso en los tribunales.
Pero una buena relación política del gran López Carrasco con el que fuera ministro de Agricultura, Carlos Romero, allanaron el camino pese a que el expediente terminase por dos veces en el Tribunal Supremo.
La denominación de origen protegida fue fraguando como proyecto colectivo y es ahí donde la asociación AGRAMA tuvo, y sigue teniendo, el importante papel de generar sentimiento de orgullo ganadero para evitar la extinción de la raza con cuya leche se obra el milagro. La mejora de los rendimientos a través del programa de selección genética coordinado por Roberto Gallego y su equipo de veterinarios es hoy el principal atractivo para aquel que quiere entrar en el selecto club de productores.
También el Centro de Reproducción CERSYRA de Valdepeñas, y a partir de ahí, todas las partes que logran transformar, madurar y curar con excelencia y artesanía, las piezas que llegan a los supermercados.
Asimismo, los servicios de certificación y de calidad, dirigidos por un entregado Santiago Altares, Pedro Condés y tantas personas del Consejo que han velado con celo por mantener intacta la imagen de un producto premium, son también 'Grandes Manchegos' como reza el título de los reconocimientos. Y con ellos, los ganaderos como base, grandes artífices que ahora pelean por sobrevivir al encarecimiento de los costes.
Pero el horizonte es temeroso por la falta de relevo generacional. La escuela de pastores impulsada por la consejería de Agricultura es una buena base de partida, aunque «pastores encuentras…, pero de seis horas», confiesa el actual presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen, Antonio Martínez Blasco, hijo del gran Antonio Martínez, presidente de AGRAMA al que tanto debemos igualmente.
   ¿Se puede hacer más? De momento, la urgencia pasa también por fidelizar el consumo interno, prestigiarlo y posicionarlo, a pesar de que el 80 por ciento del queso se exporte a mercados de gran valor añadido.
   De momento, al fondo del lineal ya hay un nuevo 'Queso Castellano' con Indicación Geográfica Protegida (IGP) que fue reconocida en 2020 por el Ministerio de Agricultura para Castilla y León. Y aunque no es la etiqueta la que debiera confundir, ya veremos si no es el precio.