Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


El calendario

10/01/2023

Aunque formo parte de su vida desde hace diez días, me va a disculpar si me presento hoy. Durante los próximos doce meses le acompañaré día a día, mes a mes, y espero serle útil. Soy su calendario.
sdhj asd hjsdasdasd h asd a sd asdhjasdhjasdhj asd hjComo tenemos que llevarnos bien durante trescientos sesenta y cinco jornadas, le sugiero tenerme presente dónde mejor considere. Sin ánimo de importunar, me permito recordar que vivo muy a gusto colgado en las paredes de las cocinas, para sentir así la mirada de las familias cuando se juntan a comer. Tampoco me importa estar en el despacho, en el taller, en las tiendas, en los comercios, o dónde tenga usted a bien ganarse la vida. Aprovecho para desearle que siga cobrando mensualmente el día treinta. Incluidas las extras. Se lo recordaré.
También me puede llevar en la cartera, como si fuera una estampita. Si es nativo digital (o está en camino de serlo), bájeme en una aplicación para su móvil o tablet. En cualquiera de mis advocaciones -analógicas o digitales-, me haré presente y estaré a su servicio.
Me disculpará si no cuento lo que le tengo reservado. Comprenderá, que esa facultad se me escapa, porque solo soy el celofán y el papel regalo de todo aquello que le aguarda. No puedo decir lo que le reservo ya que, caso de no gustarle, corro el peligro de quedarme un año en blanco.
Le recordaré los cumpleaños, los aniversarios, las onomásticas, los festivos y las vacaciones. Estaré ahí para que no se olvide de los compromisos familiares. De los que le apetecen y de los que no. También de los días del pago de la hipoteca y, lo que es peor, de cuándo llegue el recibo de la luz y del gas.
Estaré también para que no olvide a los que ya no están. Aunque duela. De las fechas de sus nacimientos, y del gélido día en el que se fueron. Tendrá que perdonarme por ese mal trago al mirarme y obligarle a recordar. Pero le pido que me entienda. Forma parte de mi oficio y menester.
Le decía párrafos arriba que no puedo contar aquello que le aguarda, pero sí manifestar mis deseos. Para usted y para los suyos. Me gustaría ser el almanaque de un buen año. Para ello es necesario que el sentido común vuelva a gobernar en una buena parte de la clase dirigente. Que durante los próximos meses, los políticos no legislen para protegerse entre ellos mismos. Que sus palabras no estén cargadas de odio y rencor para buscar rédito electoral. Por cierto, le recordaré en mayo -y seguramente también de diciembre-, que podrá ir a votar.
Le deseo días sin angustias ni mala sangre. Con lluvia suficiente para llenar los pantanos y ríos. Y mi deseo más ferviente: que llegue la hoja con el fin de la guerra de Ucrania.
Todo eso le deseo. Y más cosas que no puedo decir pero que, al igual que usted, también tengo en mente porque creo son buenas para todos. Recuerde que, cuando expire dentro de doce meses, le rendiré cuentas y espero no decepcionar. Ni a usted, ni a nadie.
Aunque a mí, no creo que me rebajen las penas si no cumplo con la ley y lo acordado.

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