Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


El precio de los yogures

26/05/2022

Confieso que, al ponerle poca atención, me cuesta aprender el precio de los alimentos que compro cada semana. No me llega a pasar lo de la famosa anécdota del precio de un café porque, afortunadamente, la intuición me ayuda, recordándome los intervalos donde esos precios son razonables para el mercado, y también puede que sea, porque tengo, poco más o menos, claro lo que estoy dispuesta a pagar por un bien antes de buscarle un sustituto. Siempre que yo no engrose su demanda inelástica, claro está.   
Será por eso que, hasta ahora, aún consciente de la desbocada inflación, no me había sorprendido el aumento del precio de los yogures, con los que siempre tengo bien surtido el frigorífico. Pues bien, la alerta me llevo hacer mis propias comprobaciones y calcular que en menos de un año los mismos yogures han incrementado su precio en exactamente un 96%, lo que me indujo a preguntarme si habrán cambiado los consumidores su hábito de compra de alimentos, dado su aumento de precio.
No soy experta en marcas y distribución comercial de alimentos, pero he leído lo suficiente para hacerme una idea aproximada de que la proporción que se mantiene entre marcas blancas y marcas de fabricante en el mercado suele ser un buen indicador del cambio en las pautas del comprador. Como regla general, ya que no es tan simple la diferencia, se asocia a las marcas blancas o de distribución con un menor precio porque soportan menores costes y a las marcas de fabricantes con productos más caros porque, por ejemplo, estos hacen mayores inversiones en innovación.
Así, leyendo informes de analistas del mercado, se puede comprobar que la introducción paulatina en España de las marcas blancas desde los años noventa había logrado alcanzar un 38% a finales de 2019. Sin embargo, el confinamiento por razones sanitarias cambió la tendencia y en el primer semestre de 2020 se repartían el mercado un casi 64% de marcas de fabricante con alrededor del 36% de marcas de distribución. La explicación se encontraba en que con el ahorro que suponía no salir de casa nos decidimos por comprar productos de marca. También influyó, por supuesto, que tuviéramos que hacer la compra en tiendas cercanas donde las marcas blancas estaban menos extendidas.
Hoy por hoy, los datos del primer trimestre de 2022 nos muestran como la marca blanca, a finales de marzo, había alcanzado prácticamente el 41%, creciendo casi un 12% en tres meses. Y eso, a pesar de que el conjunto de estas marcas ha subido los precios un 18% como consecuencia del encarecimiento de los costes de logística, transporte y combustible.
Quizás obedezca a la necesidad forzosa que tenemos de buscar la manera de que la cesta de la compra sea más barata, teniendo en cuenta que según el observatorio de precios de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) la subida media del precio de los alimentos hasta abril es del 9,4%.