Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Cohesión y desarrollo

15/06/2022

Es un mantra inacabable pero que no termina nunca  de consolidarse en nada plausible. En una región que, durante décadas, ha precisado de apoyo estructural para su crecimiento, su evolución y avance, no podemos permitirnos el lujo de perder ni tiempo, ni dinero.
El cambio en los territorios se consigue con inversión, pero hay que saber gestionar esos fondos, o luego llega la madre Europa, y te sacude un varazo por no justificarlo de manera adecuada.
Cuántos fondos europeos estaremos perdiendo por ignorancia de qué y cómo hacer uso de ellos, se lo adelanto yo: miles de millones de euros echados a perder. No por falta de imaginación, porque, en eso, el gobierno regional tiene mucha creatividad. En gastar, todos tenemos buena mano, en justificar y demostrar la utilidad de las inversiones, ahí ya la cosa se pone fea.
La inflación, los tipos de interés, el carburante, los productos básicos van a ser una buena demostración de cómo se han echado a perder estos fondos para cambios estructurales. Lo han gastado pero en cosas superficiales, de poca enjundia y menos fuste. Seguro que recuerdan el Plan E, ahora lo están haciendo, incluso, peor.
Miraremos este momento, dentro de unos años, como la oportunidad perdida, otra vez, para un verdadero cambio en Castilla-La Mancha, transformación que, ya llegando tarde, no es opcional, sino obligación.
Nuestros territorios no avanzan al mismo ritmo, y por eso la población rural tiene que emigrar. Formamos talento en nuestra universidad, pero no hay tejido productivo que los absorba, porque ni tan siquiera nuestra oferta educativa ha estado dirigida a proyectar nuestro futuro como región, sino alguna apetencia de algún corto de entendederas y menos luces de conocimiento.
Las inversiones han de venir de la mano de una visión clara de lo que queremos, no para el futuro próximo, sino para el medio y largo plazo. Pero ese futuro no tiene que suponer romper con nuestro pasado, mucho más rico, lucido y espléndido que nuestro presente. La base la pusieron nuestros abuelos, la concordia, el trabajo, el esfuerzo, a la sazón, la búsqueda de un futuro mejor para los que hemos venido después.
No echemos por tierra este legado y, con altura de miras, resolvamos las diatribas para obtener un mejor desarrollo en nuestro territorio.