Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Río grande

11/12/2020

No tenía ninguna duda de que Donald Trump iba a perder las elecciones y así lo expresé en privado. Mis palabras se interpretaron como un juicio negativo hacia el candidato republicano. Me limitaba a expresar que sus exabruptos no serían ignorados por el ciudadano. Era evidente que estas elecciones no serían un apoyo al gris Joe Biden sino un rechazo a un personaje mercurio y desagradable en ocasiones. Tampoco veía futuro para un candidato con casi todos los medios de comunicación en contra.

No me equivoqué, pero pensaba que iba a ser por un margen de diferencia superior. En Europa, con nuestra habitual superioridad intelectual nos mofaremos de las elecciones y ridiculizaremos el lento recuento de un modelo obsoleto. Los árboles, en este caso matorrales, nos impedirán ver el bosque. Hay un mito que dice que se odia lo que no se conoce, cuando es justamente al revés. Esa pasión enfermiza se nutre de la cercanía y de la oposición a nuestras ideas o estilos de vida. Donald Trump rechazaba por defecto la dictadura de lo políticamente correcto. Ese era el vínculo con sus votantes, no el populismo.

Lo que debemos preguntarnos es cuál es el modelo que propone el senil Joe Biden y cuándo Kamala Harris será presidenta. Tampoco deberíamos ignorar la fractura social del país y el odio visceral de los medios a la agenda conservadora. Los demócratas confunden tener más votos con poseer un apoyo moral para transformar el país, ya que su mesianismo dogmático les impide aceptar que exista gente que no comparta sus ideas.

¿Puede sentirse contento el mundo libre con esta victoria? Intuyo que Rusia, China, Corea del Norte, Siria e incluso Turquía sentirán cierto alivio, porque Donald Trump era demasiado imprevisible y tenía la irritante tendencia de poner los intereses de su país primero.

Tras la decepción inicial, la élite republicana se engañará pensando que vuelven a dirigir sabiamente los destinos del partido. El presidente derrotado ha conseguido demostrar una conexión especial con el votante medio que los políticos profesionales carecen. La clase política desprecia la voluntad popular porque la confunde con la ignorancia. Básicamente, el populismo en cualquiera de sus vertientes elimina la libertad para tener un mayor Estado; un mensaje contrario al que defienden los heterogéneos seguidores de Trump. Los demócratas y los progresistas del mundo cometerán un grave error si piensan que la derrota de Trump es una victoria. Los excesos de la izquierda explican que haya sido presidente.