Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Tras el trágala

18/11/2021

Hoy toman posesión los nuevos miembros del Tribunal Constitucional recién avalados en el Congreso de los Diputados. Culmina, por ahora, el pacto entre PSOE y PP que con toda razón ha sido calificado como un trágala. Así, mientras para ellos esta será una jornada de felicitaciones y parabienes, es legítimo preguntarnos si cuantos desde las filas socialistas y de Unidas-Podemos votaron a los candidatos populares (con pinza en la nariz o sin ella) han concluido ya la digestión del sapo/cocodrilo que hubieron de tragarse o si se les ha hecho 'bola'.
Sabido es que el pragmatismo es ineludible en la acción política. Durante días hemos escuchado, hasta al propio presidente del Gobierno, decir que aunque algunos de los candidatos sometidos al refrendo del Congreso no gustaban a todos, en aras a conseguir una renovación de los diferentes órganos constitucionales del Estado bloqueados desde hace tiempo por el Partido Popular, no quedaba más remedio que mirar para otro lado, hacer la vista gorda y tirar para adelante. Tales argumentos me sonaron a excusas de mal pagador, porque conociendo como se las gastan estas derechas, no puede considerarse descabellado que cuando llegue la hora de afrontar otros cambios, por ejemplo en el Consejo General del Poder Judicial, no vuelvan a intentar colarnos de matute nuevos Arnaldos o Espejeles.
Una de las amargas lecturas que se extrae de cuanto ha ocurrido con estos miembros del Tribunal Constitucional es la percepción de que nunca pasa nada porque los candidatos del PP no sean cuan inmaculados se precisa para desempeñar tan significativas responsabilidades. Se normaliza que sus perfiles chirríen a gran parte de la sociedad, aceptando las penumbras de sus trayectorias sin que nadie plante cara, considerando admisible que no se avergüencen por presentar tales aspirantes. Y así, mientras se llama díscolos a los diputados socialistas y de Unidas-Podemos que rompieron la disciplina de voto impuesta, cuando en realidad dieron ejemplo de coherencia personal y compromiso con la regeneración democrática, pocas voces se han oído preguntándose por qué Pablo Casado no retiró a sus cuestionados pretendientes, perdiendo así la oportunidad de acallar a quienes pensamos que su voluntad de consenso es más falsa que un duro de madera y que con esos mimbres pocos canastos pueden hacerse.