Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Con humildad

06/09/2021

La vendimia representa en Castilla -La Mancha el último jirón a almanaque de la rural que cuelga en la nave y que vamos deshojando con más o menos resignación, pero máxima protección de algunos santos.
Y es que en septiembre jubilamos el año agrícola porque terminan las principales campañas de comercialización de vino, de aceite, melón y sandía, al tiempo que arranca un nuevo ciclo en el que buscaremos las oportunidades para vender el ajo cosechado en junio y julio, la cebolla que sigue apilándose y saliendo de los almacenes, el cereal retenido en los silos -con sumo interés- por la loca demanda de China y la espiral de la bolsa de Chicago, o las primeras almendras que saltan al paraguas hasta que termine de madurar el pistacho.
Son cuatro semanas más, estratégicas, en las que muchos productores aguardan las primeras lluvias, -no estas últimas tormentas, desde luego-, para empezar a labrar y abonar los campos, poner las primeras colzas, pensando ya en la nueva sementera. Otros van cortando el riego al maíz, para ahorro de sus bolsillos por la escandalosa e inasumible factura de la luz, afilando sin embargo las cuchillas de las segadoras que no darán tanta tregua a los girasoles que pintaron de ‘tournesols’ unas cuantas de miles de hectáreas en Cuenca y Guadalajara como cuadro de Vincent van Gogh.
Y así pasarán los días de este mes-frontera para tantos agricultores y ganaderos acostumbrados a transitar en silencio, con sus cargas habituales, paciencia y algunas alegrías por las buenas cotizaciones hacia la nueva normalidad de la estación de otoño.
Alegrías que solo reportan esos ansiados precios justos, -¡no es tanto pedir!- como los que el mercado ofrece ahora para la leche de oveja y de cabra por el tirón del queso, no es el caso por desgracia del vacuno cuyos ganaderos protestarán el martes en Talavera de la Reina por la ruina que soportan desde que se dispararon los cereales y los piensos.
He recorrido estos días varias localidades de las cinco provincias de la región, ‘A Pie de Campo’. Y he vuelto a toparme con ese espíritu de lucha, esa humildad intrínseca al labrador y ese ruego por derecho con el que esperan la respuesta de la distribución y la industria. Su esfuerzo sigue intacto para sacar lo mejor de sí, y de sus tierras, pero exigen correspondencia en el reparto del beneficio.
En el aceite, –si no fuera por la borrasca Filomena y la última DANA- el año hubiera sido redondo para la mayor parte de los olivareros con unas cotizaciones en ascenso, y un nivel de exportaciones imparable; apenas quedarán existencias al inicio de la nueva cosecha, oficialmente en marcha desde el próximo 1 de octubre. Además, con un escenario despejado sin aranceles en Estados Unidos, una de las principales plazas de ventas también para el vino y el queso.
La almendra despierta igualmente del letargo de estos últimos meses, con precios que inexplicablemente estuvieron muy sujetos. Ahora suben poco a poco.
En el caso de la uva, a pie de descargadero, se respira esa resignación de siempre, pero el aroma de los primeros mostos destila confianza en que las bodegas sean consecuentes con el escenario corto de cosecha en toda Europa, ¡Faltan 30 millones de hectolitros respecto a una campaña normal!, tampoco hay tantas existencias y los consumos siguen recuperándose. ¿Qué más circunstancias han de concurrir?