El encabalgamiento consiste en un recurso poético por el que se altera la métrica del verso. Un cambio en la sintaxis y la retórica que consiste en no terminar necesariamente las frases al final del verso, sino finalizarlas en el siguiente. Se habla de encabalgamiento porque se entiende que se va a caballo entre dos versos. Con el encabalgamiento nos saltamos la unidad sintáctica al verso siguiente separando de ese modo la oración, la palabra o el significado del verso en más de un verso.
Como en el encabalgamiento literario, Franco vive a caballo entre dos siglos y su nombre reaparece cual verso entrecortado ya bien entrado el siglo XXI. Hartos de Franco y el franquismo, el posfranquismo recurrente nos acosa y nos angustia, eclipsándonos la inteligencia, el entendimiento y las ideas. La toxicidad que aporta la obsesión reiterada por Franco y la visión exclusivamente retrospectiva de la política, evidencia la carencia de ideas limpias y frescas e impide cualquier avance hacia el futuro. Se trata de un recurso político y métrico forzado en el que la unidad temporal histórica se encuentra dividida entre dos siglos a conveniencia de las necesidades del despiste argumentario y del uso del comodín ideológico.
Ayer mismo, cuando en afectuosa conversación le recordaba a un buen amigo (afecto al actual régimen) algunas de las tropelías que viene desarrollando su amado líder, en un momento dado, vacío ya de argumentario lógico y racional, inmediatamente me sacó el comodín de Franco. El maestro de maestros de este persistente empeño de ir a salto de caballo entre dos periodos históricos es el que dijo que pasará a la historia por haber exhumado a Franco del Valle de los Caídos. Un claro ejemplo de encabalgamiento extremo.
Y de la misma manera que el encabalgamiento es muy efectivo como recurso poético en busca de un intento para conseguir variaciones rítmicas en la lectura de un poema, normalmente para alterar el ritmo de la estructura gramatical o la duración de las pausas entre hemistiquios, también el encabalgamiento ideológico del comodín de Franco sirve de gran utilidad para conseguir variaciones rítmicas en el pensamiento y en la estructura de las voluntades electorales. Uno nombra a Franco y, de inmediato, el receptor del mensaje se olvida del Tribunal Constitucional, de los indultos a los implicados en el 'procés', de Tezanos, de la sedición, la malversación y los delincuentes sexuales, del precio de la luz, de la gestión de la pandemia, de los inconstitucionales estados de alarma, del pacto con Bildu, de Dolores Delgado, de Marlaska, del Consejo de Transparencia, del control de los medios de comunicación, y demás tontunas que no aportan nada en la configuración de la Historia.
Mejor, sin duda, el encabalgamiento literario. En este caso de Machado: "Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de la lluvia en los cristales".