Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


La madurez es más que una prueba

29/07/2022

Es posible que miles de alumnos hoy en España se sientan desconcertados al conocer los planes del Gobierno de modificar la prueba de la Selectividad, PAU, EvAU o EBAU –verán que intento coger un amplio espectro de lectores–, debido a la reducción de exámenes que va a tener la prueba de acceso a la universidad, y esa famosa «prueba de madurez» que tanto está dando que hablar.
El Ministerio de Educación propuso esta semana a las comunidades autónomas un nuevo modelo para reformar la antigua Selectividad, con menos exámenes, y una nueva evaluación que consiste en un ejercicio de madurez académica, que replantea toda la estructura de la prueba para evaluar el aprendizaje «competencial». Yo lo entiendo, o al menos desearía que así fuera, como una prueba que va más allá de ser capaces de repetir como un loro la cantidad de conocimientos metidos con calzador durante el curso, y amontonados unos encima de otros en esos días previos a los exámenes.
Lo entiendo como una prueba para demostrar si los alumnos son capaces de entender lo que están «aprendiendo». Si son capaces de relacionar contenidos entre asignaturas, de combinar conocimientos para enriquecer su aprendizaje, de valorar materias desde distintos puntos de vista, incluso de preguntar al profesor si algo hay algo que no les cuadra y no tratar de pasar desapercibidos. Un aprendizaje transversal que decimos ahora. Que, por ejemplo, no solo sepan que una dictadura no es solo una execrable forma de gobernar –por llamarlo de algún modo– un país, sino que lo arruina y empobrece, cuando no lo mata. Que una guerra declarada por un perturbado con ansias de nostálgico imperialista tiene consecuencias más allá de las balas disparadas en un territorio, que es lo más importante, sino que pone en jaque las economías de los países de su entorno, y el poder adquisitivo de sus sociedades. O entender algo tan simple como que si se mete con alguien en clase no solo hace reír a sus colegas de 'pupitre', sino que puede llegar a marcar la vida de esa persona.
Madurez es tener las herramientas –o saber dónde buscarlas en el peor de los casos– para poder desenvolverse en un mundo cada vez más complejo. Eso es lo que entiendo yo por «prueba de madurez». Escuchaba ayer a un catedrático comentar este asunto y reclamaba ir un paso más allá. Una prueba oral, de expresión. Los que venimos de las Humanidades hemos hecho unos cuantos comentarios de texto, que viene a plasmar lo que trato de decir, pero no tantos se han puesto delante de un aula a defender un tema, idea o proyecto. Y cada vez menos, pero a la larga permite que puedas expresarte, con orden y coherencia, ante un público.
Este tipo de pruebas se realiza en países de nuestro entorno, que por lo general nos superan en los rankings educativos como PISA. No sé qué criterios terminarán adoptando para evaluar esas competencias de madurez, pero si la idea es tener una sociedad formada, crítica, con capacidad de análisis, capacidad de dudar y, mejor aún, capacidad de resolver problemas, o al menos la intención, no puedo oponerme a este tipo de pruebas. ¡Feliz verano!