Pablo Corrales

Desde mi tribuna

Pablo Corrales


¿Lloramos o reimos…?

29/07/2022

Un buen amigo, nada sospechoso de rozar el centrismo ideológico (mucho menos el conservadurismo…) ha compartido con un grupo de amigos un artículo de opinión escrito por el que fuera presidente de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, don José María Barreda y publicado en el diario El País el jueves 28 de julio de 2022.
La fecha es importante pues solo hace dos días que el Tribunal Supremo hizo público el fallo de la sentencia sobre los 'ERES de Andalucía'.
Después de leído el fallo de la sentencia y tras leer la opinión del expresidente Barreda, se me han venido a la cabeza varias ideas.
La primera de ellas es:  ¿alguien se va a disculpar con la juez Alaya? Evidentemente, la pregunta es retórica pues vivimos en un país que no es muy dado a reconocer errores en primera persona, aunque reconocerá el lector que sería una gran ocasión para reconocer el trabajo, tan profesional e independiente como ingrato, de los jueces. ¿Creen que los 'Sáncheces, Varas, Pages y Lambanes que en el mundo son' aprovecharán la ocasión? Lo veremos.
La segunda, es  lo preocupante que resultaría que el señor Barreda conociera, ya en su totalidad, los más de 1.000 folios de la sentencia y, así, haya podido redactar su opinión con más y mejor conocimiento que el resto de los mortales, incluso con antelación a las partes personadas en el procedimiento judicial (¿ha habido filtración? ¿Quién se lo habrá podido filtrar? ya se sabe cuánto le gusta a algunos eso de las filtraciones…). Y digo que la debe conocer en su integridad pues, incluso, osa entrecomillar frases dando a entender al lector que forman parte de la sentencia…
La tercera: ¡Qué bien hace el señor Barreda en reconocer que no es jurista! Ese gesto de sinceridad le honra y, además, constata que el 'artículo' solo es fruto de la decepción de un amigo y un 'maremágnum' de confusiones jurídicas en el que se pretende sumar peras con manzanas con la intención -tan preclara como predeterminada- de que el resultado sean nísperos. Aplaudo la lealtad del amigo aunque no puedo hacer lo mismo con el análisis jurídico y, ello, por dos razones: No conozco la sentencia y no sé sumar peras con manzanas.
La primera idea, la descarto.
La segunda idea, es muy preocupante y, de ser cierta, confirmaría el gran margen de mejora del sistema.
La tercera idea, 'entretenida' y ejemplificadora de en manos de quienes estamos…
Ha sido el propio Tribunal Supremo quien ha hecho público que el contenido íntegro de la sentencia no lo conoceremos (los mortales, digo) hasta septiembre.
De haber esperado a septiembre para publicar su opinión (tan leal y amigable como sin sustento jurídico) es posible que a alguien hubiera convencido pero, al precipitarse, ha demostrado que para algunos es más honorable un condenado en firme -si es de los suyos- que cualquiera de los finalmente absueltos -si de los otros fuere-.
La corrupción es un mal que, afectando a todos, no puede ser tratada en función de la amistad ni de la proximidad ideológico-partidista sino, exclusivamente, en función del Derecho.
Que los jueces se pronuncien siempre y libremente. En esto consiste nuestro Estado de Derecho.
Como dijera Cicerón: «Los buenos ciudadanos no toleran que en su patria un poder pretenda hacerse superior a las leyes». Hagámosle caso, dejemos ya de llorar y riamos libremente.