Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


Recuerdo de CJC

26/01/2021

El 17 de enero de 2002, hace ahora 19 años, siendo la fiesta de San Antonio Abad, murió CJC provocando una conmoción en la sociedad española semejante a la del derrumbamiento de una basílica porque su prestigio y popularidad eran muy grandes hasta el punto de que bastaba ese simple acrónimo -CJC- para identificarle.
Camilo José Cela cubría su real humanidad compasiva con una máscara de majestad atroz. Este personaje provocador para unos era un obstáculo que llevaba a rechazar su literatura, y para otros un estímulo de su curiosidad que les convertía en lectores.
Con su magistral capacidad de observación y poderío narrativo, escribió media docena de novelas ejemplares y un soberbio edificio de libros de viajes y narraciones cortas. A partir del Nobel hizo ya una obra de mantenimiento sostenida por el estilo.
Su obra está llena de moralidad implícita porque fue la voz de la libertad y el descaro en un país de sumisos en que el único discurso era el oficial. Algunos de sus actuales críticos no entienden, desde una sociedad libre y satisfecha, la significación que tuvo Camilo José Cela para los españoles de la dictadura y que, pese a su comensalismo con el régimen, hizo su tarea con lucidez crítica, como prueban todas las prohibiciones que recibió su obra, hecha con un lenguaje directo y lleno de fuerza ¡qué coño!, opuesto por tanto al del triunfalismo oficial.
Había vivido la España de la contienda y de la posguerra y por esta razón su literatura era como el testimonio notarial de una época. Los libros de relatos, apuntes y viajes de nuestro autor ofrecen descripciones muy vivas de la realidad española de aquellos años y tienen, por lo tanto, un innegable valor documental y antropológico.
Aparte de sus novelas capitales, su vagabundaje por España fue el que inspiró sus más bellas, sinceras y emocionantes páginas. Ideó el ‘apunte carpetovetónico’, que es un relato realista, breve, de rasgos duros y sin moraleja explícita. Pero esta visión grotesca y hasta cruel logra hacer memorable el sufrimiento de las pequeñas gentes y sirve para denunciar lo injusto de las normas y las instituciones.
CJC abandonó oportunamente este mundo, ahorrándose las desgracias que iban a sobrevenir a partir del tremendo atentado de Madrid el 11 de marzo de 2004, que fue el principio del fin de España con la serie de desastres políticos, económicos y morales. Los idus de marzo nos han traído el Covid, poniendo al desnudo nuestra incompetencia para hacerle frente. Y como guinda la gran nevada que ha colmado nuestros sufrimientos y desavenencias..
Por su capacidad narrativa, la musicalidad de su prosa, el innovar partiendo de la tradición y la agudeza en observar y describir, Cela fue toda una literatura. Pero, además, tenía una moral regeneradora pues, se declaraba como «vagabundo, que ama a España sobre todas las cosas» que «le duele ver que a España desde hace trescientos o cuatrocientos años, se la vienen merendando, sin tregua ni piedad, la estulticia, la soberbia y la socarronería», palabras que son una llamada a la sensatez y la concordia, que ahora más que nunca necesita España.