José María San Román Cutanda

A Vuelapluma

José María San Román Cutanda


¿Doctrina según San Quién?

18/10/2021

Cada día me sorprendo más, y menos, de los volantazos que están dando quienes conducen los destinos educativos de los estudiantes españoles. Sobre todo, porque se va notando cada vez más que lo que está buscando el Gobierno de Sánchez no es lograr una juventud formada para asumir los desafíos que depara el futuro, cuanto menos de los que nos plantea estar dentro de la Unión Europea y ser un país económica y políticamente necesitado de un timonel. Es más fácil tener, qué duda cabe, jóvenes egresados de los institutos y las universidades cuyo pensamiento sea más limitado y esté más expuesto a la manipulación, porque con zanahorias atadas a cordeles es como se forman los votantes más acérrimos.
Hace unos diez días salió la noticia de que el Gobierno va a conceder a los jóvenes que cumplan dieciocho años —es decir, la mayoría de edad para votar— un 'bono cultural' por importe de cuatrocientos euros. Bono que pueden gastar en todo tipo de espectáculos, librerías y establecimientos semejantes. En todos, sí, ¡menos en los toros!, cuando resulta que la tauromaquia está considerada como patrimonio cultural español por la Ley 18/2013, de 12 de noviembre, para la regulación de la tauromaquia como patrimonio cultural. No sé si he hecho bien en decir esto, porque lo mismo no se habían dado cuenta y ahora van y la derogan, como hacen con todo lo que les molesta. Lo que sí sé es que en varias comunidades autónomas se tiene en consideración la tauromaquia en su actividad cultural. Algunas, incluso, dirigidas por sucesivos Ejecutivos socialistas, como por ejemplo la nuestra, donde existe una 'Mesa del Toro' dependiente de la Consejería de Cultura, aunque no se haya convocado mas que una vez, y donde el propio Presidente García-Page ha incorporado dentro de sus compromisos electorales el de la defensa de la tauromaquia.
La puntilla de la semana pasada me parece que tiene mucho de relación con lo que acabo de exponerles. Ha salido publicado el borrador de los currículos educativos de las distintas asignaturas para la ESO, en el que los profesores adolecen una evidente falsa de exhaustividad y una reducción excesiva de contenidos, que se materializa en ejemplos como que no se detallan en el área de Matemáticas cuándo deben darse las ecuaciones y los sistemas de ecuaciones o como que en el área de Lengua y Literatura tan solo se pide la lectura de obras relevantes, sin que se haga sobre ellas el debido análisis literario y textual y sin su oportuno comentario al efecto. Leí en El Mundo cómo un profesor granadino se quejaba alegando que leer el Lazarillo de Tormes sin más ni más no ayuda, sino todo lo contrario, a que nuestros jóvenes comprendan los fundamentos de la literatura de picaresca. ¡Y tiene razón! ¿Acaso se han pensado los autores del currículo que un chaval de dieciséis años de hoy puede extraer del Quijote, del Lazarillo o de los Cuentos del Conde Lucanor sus contenidos sin necesidad de que el profesor le dé unas mínimas orientaciones? Hay quien me ha dicho que es una visión optimista que favorece la autonomía del alumno, pero yo más bien creo que es una forma de desvincular a nuestros estudiantes de los textos más importantes de la literatura española. Insisto, porque leer ayuda a pensar.
Pero lo que más me preocupa, con abrumadora diferencia, es la manipulación abierta y directa de la asignatura de Historia. En este caso, destaca del currículo en su versión de borrador la descentralización de la asignatura, permitiendo a las Comunidades Autónomas determinar qué contenidos se dan o no se dan en la asignatura en sus aulas. Tal y como está el patio con la memoria, me parece a mí que el efectivo cumplimiento de este currículo va a ser algo así como poner al lobo a cuidar de los corderos, porque visto lo visto en Cataluña, por ejemplo, probablemente los Reyes Católicos dejen de existir y el Principado de Cataluña se convierta en el Reino de Cataluña. No dudo de la libertad de cátedra, pero la pérdida de un criterio unitario a la hora de enseñar la historia solo va a crear aún más confusión y aún más rivalidad. ¡Manda narices que con la historia tan gloriosa que tenemos nos dejemos llevar por estos alardes tan absurdos…! Aunque bueno, siempre tendremos a alguien que se meta donde no lo llaman y pida perdón por nuestros presuntos pecados.
Señora Alegría, Ministra de Educación: ¿me puede usted explicar de qué va esto? ¿Es que nadie le ha dicho nunca que un pueblo que no conoce o conoce de forma deficiente su historia está condenado necesariamente a repetir sus errores? Y algo más grave aún: ¿están ustedes reduciendo temarios y promocionando el repartir bonos culturales a los jóvenes que cumplen la mayoría de edad y sin embargo están permitiendo que se pueda pasar de curso con asignaturas suspensas así como así, están masificando las universidades y están denostando la FP? ¿Cómo se come eso? En este punto hay culpa compartida con el Ministro Castells, ese invisible moderador de nada que sigue esperando a dar el estirón para empezar a hacer algo, y de la Ministra Morant, a la que tampoco se ve especialmente preocupada por la investigación y la ciencia, lo cual es sorprendente habiendo estudiado una carrera tan difícil como es una ingeniería. ¿Cómo se come la Ley Orgánica del Sistema Universitario que pretenden sacar? Porque, además de desnaturalizar los departamentos universitarios y cercenar las carreras de algunas categorías de profesores, deja la investigación, que es la principal finalidad de una Universidad junto con la de enseñar, en su mínima expresión. Por supuesto, de Religión y Filosofía ni hablemos, no sea que enseñemos a creer y acentuemos el pensamiento crítico de los jóvenes, se den cuenta de que todo esto es un disparate hecho para eliminar conciencias libres y les dé por votar a nuestros enemigos…
Resumen: las Matemáticas, cercenadas; la Literatura, sin acompañamiento experto; y la Historia, según el pie con el que se levante el legislador autonómico o el profesor de instituto. Por lo tanto, ¿doctrina según San Quién?