José Luis Arroyo

Rayadas Millennials

José Luis Arroyo


El odio mancha de sangre

28/02/2023

En ocasiones, ocurren acontecimientos en el mundo que nos rodea que, por su extrema gravedad, he de confesar que producen en mí un sentimiento que me impide permanecer impasible ante tanta dureza.
A veces, dedicamos demasiado tiempo a hablar de cuestiones intrascendentes como la 'mocioncita de censura cobarde' o de artificiosas emociones, como el supuesto malestar que, en palabras del señor Feijóo, puede provocar a la gente de bien una ley que reconoce los derechos humanos más básicos de las personas transexuales. Sinceramente, en referencia a lo anterior, no creo que esta inoportuna afirmación del líder de la oposición, ni tampoco las llamadas de atención de Carmen Calvo con el espectáculo dado al respecto, durante la tramitación de la norma ni, obviamente, tampoco parece que Ramón Tamames con sus esperpénticas intenciones de tumbar al gobierno, hubieran reparado, previamente, en el contexto tan angustioso en el que se encuentran muchas personas que, aún, viven en un constante cuestionamiento y en una constante persecución por su identidad sexual.
Lamentablemente, un ejemplo de esto nos ha golpeado desde Sallent donde Iván, un niño transexual, junto con su hermana gemela, no han dudado en lazarse al vacío desde un tercer piso, para huir de la desesperación del acoso escolar que sufrían, posiblemente junto con otros niños, por razones de identidad sexual, por su origen argentino o por ambas circunstancias.
Sinceramente, evidencias como esta confirman que las diferentes causas del odio, ya sea por identidad sexual, por origen, por discapacidad… impregnan buena parte de las relaciones en nuestra sociedad; lo que debería hacernos reflexionar, con cierto grado de empatía, sobre la atención que como sociedad le estamos prestando a esta realidad que, además, lamentablemente, como se ha puesto de manifiesto a través de este suceso, se está trasmitiendo de manera incomprensible a nuestra infancia.
Así pues, es urgente hacer un cuestionamiento, del que muy pocos podrán eludir su responsabilidad, acerca de si las instituciones públicas, los medios de comunicación, las familias, los centros educativos y la ciudadanía en general, estamos haciendo lo suficiente para prevenir tanto sufrimiento, a través de una estrategia decidida que aborde asuntos tan incomodos como el acoso escolar, la prevención de la enfermedad mental o el suicidio. Asuntos a los que la agenda pública y mediática, enredada en cuestiones, en muchas ocasiones intrascendentes, está irresponsablemente evitando, sin calibrar las terribles consecuencias de esta omisión y que, luego, tanto lamentamos y nos cuesta explicarnos.
Por sus nefastas consecuencias, es necesario que los diferentes aspectos relacionados con los discursos de odio no se silencien por más tiempo, por lo que es preciso apelar a una necesaria implicación social y política en los mismos, con el objetivo de erradicarlos, ya que de la consecución de ese objetivo, depende el bienestar de muchas personas, incluso su propia vida, lo que pone en juego otras cuestiones, que no son menores en una democracia, como son la plena inclusión de todas las personas, sin que tengan que temer, como Leila e Iván, a que alguien les agreda por aspectos relacionados con su identidad sexual o su acento argentino, mientras la gente de bien mira hacia otro lado.