Pilar Gómez

MIS RAZONES

Pilar Gómez


El empleo, ese gran problema

05/07/2021

Hay motivos para la celebración cuando las cifras de la creación de empleo son tan positivas como las que se han conocido esta semana, con un descenso de más de 160.000 personas en la lista de parados. Un dato que mueve a la esperanza, ya que es la muestra de que lo peor del zarpazo de la pandemia parece que empieza a desaparecer. Con todo, es muy importante analizar siempre con frialdad los datos ya que son el reflejo de un instante y no reflejan la panorámica de una situación.
Las cifras ahora conocidas recogen la realidad preocupante de un asunto fundamental, con más de 3,4 millones de parados y, lo que es peor, con unas cifras de desempleo camufladas en otros apartados, que tarde o temprano, cuando baje la marea, verán la luz. Por ejemplo, acogidos a los Ertes se encuentran aún 450.000 personas, que quizás no puedan reintegrarse a la normalidad laboral. También hay que mencionar los autónomos que reciben prestación extraordinaria por cese de actividad o los que se encuentran en cursos de formación o en demanda específica, es decir, fuera de la actividad laboral habitual, que superan el medio millón.
Los autónomos parecen los olvidados del drama ya que apenas hay alguien que se acuerde de ellos, que los ampare y los reivindique. Más de tres millones de españoles que luchan cada día por sacar adelante un negocio o que trabajan por libre, y que arriesgan su capital y su esfuerzo sin apenas compensación por parte del Ejecutivo. Más bien todo lo contrario, se les castiga como se ha visto con el sector de la peluquería, tan maltratado. Poco los mencionan, desde luego, los líderes sindicales, Álvarez y Sordo, afanados en lanzar loas al Gobierno sin apenas sentido del ridículo. El panorama del empleo, ciertamente, empieza a mostrar una aspecto menos inquietante, pero también es necesario recordar que nos encontramos sumergidos aún en una situación muy complicada, con 400.000 desempleados más que antes de la pandemia, cuando, por otra parte, nuestra situación tampoco era esplendorosa.
España sigue a la cabeza de la UE en cuanto al número de parados, por debajo tan solo de Grecia. Es un mal endémico y estructural, se dirá, y es cierto. Lo cual no quita que se trata del reflejo de un drama social, de una auténtica lacra que sacude y castiga a un porcentaje desmesurado de españoles que no pueden desarrolla runa vida de normalidad.
La situación de los jóvenes, casi un 40 por ciento de ellos sin empleo, pese a ser ‘la generación mejor preparada de nuestra historia’, vaya paradoja, o de los mayores de 55 años, que han sido expulsados del horizonte de la posibilidad de encontrar una ocupación, obliga al Gobierno, a este o al que venga, a no abrazarse tan alegremente a la celebración y a diseñar proyectos y planes que logren situar nuestro mapa laboral a niveles próximos a la media de la UE. No parece mucho pedir. Es más, parece una exigencia urgente e ineludible.