Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Economía o política

19/12/2022

En la campaña para las Presidenciales de EE. UU. de 1992 en las que Bill Clinton luchaba contra un presidente muy bien valorado, como era George Bush (padre). Clinton ganó por basar su campaña en la célebre frase «es la economía, estúpido». Los electores eran conscientes de que debían y podían mejorar su nivel de vida.
En España, tan importante como el consenso político que permitió sacar adelante la Constitución de 1978, fue conseguir los acuerdos que permitieron firmar los Pactos de la Moncloa y sentar las bases de una economía que no hizo más que crecer durante décadas. En 1977, nuestra renta por habitante se situaba en el 70% de la media de la Comunidad Económica Europea. Comparados con Italia, teníamos un 78,79%. En 2008 alcanzábamos la media europea y estábamos en el 86,72% de la de Italia.
Podemos decir que las consensos de la Transición, así como el modelo Constitucional, había permitido dar la estabilidad suficiente para que nuestra economía mejorara sustancialmente multiplicando por 10 el PIB per cápita español en el periodo que va de 1977 a 2008. La burbuja inmobiliaria, propiciada fundamentalmente por una mala gestión de las cajas de ahorro (que no de los bancos), hizo que retrocediéramos algo. La llegada del COVID nos ha vuelto a golpear de nuevo. Pero hay algo que puede ser más pernicioso para nuestra economía que las crisis que provengan de fuera.
Últimamente, voces autorizadas del Ejecutivo, así como de algunos partidos políticos, están culpando a los empresarios de casi todo lo que pasa. Se está generando una animadversión hacia el sector privado que se pone de manifiesto menospreciando el papel del empresariado en la generación de riqueza y de puestos de trabajo. En España, son más de 17 millones los puestos de trabajo que genera el sector privado, nuestra Balanza de Pagos por Cuenta Corriente, arroja saldo positivo gracias a la actividad empresarial.
Podemos y debemos estar orgullosos de empresas españolas que son punteras en su sector. Para aumentar nuestro PIB hay que generar confianza en el inversor, seguridad jurídica en los mercados y dar imagen de seriedad al exterior. Efectivamente «es la economía, estúpido», pero mucho tiene que ver la política que se lleva a cabo. Hablando mal del empresariado y tratándole peor, lograrán que muchos se piensen si España es un lugar para invertir.