Jesús Morales

Nada particular

Jesús Morales


Maquedano y su adiós

04/05/2021

He leído la que parece ser la última columna de Bienvenido Maquedano y, aunque no le conozco personalmente ni siquiera le he visto nunca, sí tengo la impresión de saber bastante de él, o  por lo menos algo. Leer la que Bienvenido supone que será su último escrito me ha producido por lo menos dos impresiones muy intensas. De un lado una idea de gran admiración y respeto, de otro cierto escepticismo y sensación de pérdida  supongo que para nada definitiva.
Soy un tipo nacido bajo el sigo de tauro y aunque sea escéptico con estos tinglados de los horóscopos, siempre dicen que los nacidos bajo el signo del toro somos poco amigos de cambios y novedades así porque sí  y saber que ya no leeré nada de mi colega de columna no me hace ni pizca de gracia. Hace tiempo que me acostumbré a la pendencia de su espada de madera que es una imagen, por cierto, que utiliza muchas veces mi amigo Méndez cuando habla de la lucha de los ribereños del Tajo para recuperar su río y confieso que disfrutaba  con sus escritos. Por cierto que asegura que fue Carmen Sánchez quien le invitó a colaborar en el periódico y Carmen tiene un excelente gusto para saborear la escritura, seguro de ello. De otro lado creo que es un gran mérito que cierre la columna cuando se encuentra -dice- sin motivación  y  que lo que tenía que decir ya está dicho, en esto se parece a otros que hicieron lo mismo cuando sintieron que su obra ya estaba hecha por muy jóvenes que fueran como Baudelaire o el mismo Gil de Biezma. Que nadie se tome esto a cachondeo o como una exageración porque no lo es; la acción es la misma. Decía Bienvenido que había guardado el lápiz o el teclado, lo que sea en un cajón. Claro que es muy libre de hacer lo que guste pero soy incapaz de creer que de repente se le hayan acabado los temas. Por otra parte considero que escribe lo suficientemente bien como para dar de la lado una actividad que, está más que demostrado, domina con suficiencia. Por otra parte, y lo escribo por experiencia, la expresión vertida en las columnas nos ha ahorrado, al menos a mí, un pastón en psiquiatras y psicólogos. Tengo que reconocer alguna cosilla que me satisface enormemente  de escribir cada semana como que alguien a quien creo no haber visto nunca, me levante el pulgar cuando me ve por la calle y al llegar a su altura me diga: estupendos tus ‘artículos’ o encontrártelos reproducidos en una página web sobre Talavera o que una señora a quien tampoco conozco de nada, me reconozca y me diga en la cola de un cajero que está de acuerdo con lo que escribo y que siempre te lee. Esto no ocurre todos los días en ciudades pequeñas como Talavera o Toledo, pero ocurre y ese es un síntoma de que algo de lo escrito llega a la gente, no cae en saco roto y eso supera cualquier aspiración material. Mi eterno idealismo sin solución. De cualquier manera es una despedida llena de clase y no me queda más que, a pesar de todo, dar mi enhorabuena a Maquedano a la espera de volver a leerle. No sé cuánto tardaré ni donde será, pero que volveré a hacerlo, lo tengo claro.