Cuando no queda más remedio que aceptar las circunstancias, aplazas el deseo de viajar por placer, por conocer, por crecer, porque sí.  Comprendes que debe ser así porque la situación sanitaria lo aconseja, pero te disgustas porque lo que querrías sería tomar un avión para presentarte por sorpresa en la graduación de alguien muy querido.
Te traen recuerdos de viajes vividos, las noticias funestas que llegan de Burkina Faso, donde se reparten el poder y se enfrentan las redes de criminalidad organizada y los grupos yihadistas trasnacionales, que te convencen de que será difícil volver por allí. Infelizmente el asesinato de los periodistas españoles, Beriain y Fraile, coincide con el décimo aniversario de la muerte del yihadista saudí Osama Bin Laden, fundador de Al Qaeda, bajo cuyo liderazgo logró el mayor atentado terrorista dentro de las fronteras de EEUU.
También las tristes como el fallecimiento de Michael Collins, uno de los tres astronautas de la primera misión a la Luna, te devuelven a una fascinante visita al Museo Nacional del Aire y el Espacio Smithsoniano en Washington que guarda el módulo de mando del Apolo XI, el Columbia, donde fueron y regresaron los cosmonautas. Y vuelves a pensar que verdaderamente hay que ser muy valiente para emprender semejante gesta en un artefacto que percibiste algo endeble. Al igual que las embarcaciones del Museo Marítimo de Ushuaia con las que doblaban el temido Cabo de Hornos del archipiélago de Tierra del Fuego.
Te falla la batería de la segadora y no termina de llegar la nueva porque viajaba en un contenedor del Ever Given, encallado en el estratégico canal de Suez, lo que te sirve para pensar en las incontables grandes obras de ingeniería y arquitectura que te gustaría conocer.
Se inauguran exposiciones, se reabren museos, se celebran conciertos, se funde la nieve, pasan los cumpleaños, las comidas especiales de encontrarse los de siempre, las romerías y la primavera del Jerte, se conmemora el día de Europa y se debilita Schegen.
Oyes bostezar al pasaporte que se aburre en un cajón junto al Certificado Internacional de Vacunación que te pregunta si rellenarán alguna de sus casillas vacías con la fecha de administración de la vacuna frente al Covid-19 y, de pronto, escuchas con esperanza que la UE planea reabrir sus fronteras en junio para reactivar el turismo. Se aceptaría la entrada de turistas vacunados procedentes de países con bajas tasas de infección, para lo que habrá una lista de certificados de vacunación aprobados emitidos por países no pertenecientes a la UE. Quedaría a criterio de los países si obligan a someterse a pruebas de detección antes o después de la llegada o bien a cuarentena a quienes entren en su territorio, aunque se dispondrá de legislación para dictar medidas comunitarias de emergencia si fuese necesario.
A su vez, las restricciones para los que vuelven serán diferentes según que el destino que visitaron esté categorizado como verde, ámbar o rojo dependiendo del porcentaje de población vacunada, tasa de infección y prevalencia de las variantes del virus de interés.