Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Palomares

10/06/2021

Curiosos elementos de arquitectura campesina. Circulares, cuadrados, estrellados, hexagonales, con tejado y sin tejado, con pintorescas cubiertas, en torre, en espiral, alrededor de un patio o al final de una escalera. De piedra, adobe, barro, ladrillo, madera, teja o pizarra. Muchos han desaparecido y otros están abandonados medio derruidos con alguna excepción como los emblemáticos de la comarca de Tierra de Campos o los del departamento francés de Tarn y Garona.
Nacieron con la clara finalidad económica de criar palomas para aprovisionarse de alimento proteico y de preciado abono para las huertas. Los palomares eran signo de riqueza y prestigio para su propietario, ya que en algunos lugares estaban reservados a la nobleza y en otros se limitaba legalmente la cantidad de palomas, para que no dañaran los campos, y su dimensión dependía de la superficie de tierras que se tenía.
Nos hemos decidido a restaurar un palomar, humilde y particular, porque siempre ha estado ahí y cuando llueve se moja como todos los demás, y me puse a escudriñar. Recordaba haber visto uno en una magnífica reproducción facsímil del calendario de las Tres riches heures du Duc de Berry en el número 7 de 1940 de Verve que me regalaron. Mítica revista parisina, dirigida por Teriade, editada de 1937 a 1960 que es un placer repasar por la calidad de sus reproducciones de obra antigua y por la colaboración de artistas y escritores de vanguardia del XX: Matisse, Picasso, Miro, Chagall, Malraux, Braque, Bonnard, Bataille, Camus, Gide, Michaux, Reverdy, Sartre, Valéry, García Lorca…
Como suponía, allí seguía el palomar formando parte del paisaje nevado del mes de febrero dentro de un recinto vallado junto a un corral de ovejas y cuatro colmenas. Las gentes de la Edad Media no tenían una visión lineal del tiempo por el transcurrir de segundos, minutos y horas, sino una percepción cíclica asociada a las labores agrarias y esos calendarios, para la mayoría analfabeta, estaban pintados o esculpidos en iglesias y catedrales, mientras dividían el día al ritmo de los rezos de los monasterios.
Juan de Francia, duque de Berry, encargó sin reparar en gastos el manuscrito más espectacular del gótico francés. Una colección de oraciones para las horas canónicas y un calendario con decenas de miniaturas que nos dan idea de la vida cotidiana medieval. En 1409 lo comenzaron los grandes miniaturistas hermanos Limbourg, Herman, Paul, y Johan, hasta que en 1416 desaparecieron, como su mecenas, víctimas de la peste, dejando la obra sin terminar.
La peste negra, fatal para nobles, artistas, villanos y campesinos, se propagó por Europa desde mediados del XIV hasta el XVIII. Aunque las cifras varían, según fuentes y método de cálculo, se estima que murió el 30% de la población europea y en zonas concretas, como el sur de España, superaría el 70%. Hoy conocemos que la Yersinia pestis causa la enfermedad y que las pulgas, Xenopsylla cheopisque, la transmiten al inocularla con su picadura al hombre tras alimentarse de una rata infectada. Entonces los eruditos la atribuían a las miasmas, el vulgo a la cólera divina por los pecados de la humanidad y el diagnóstico erróneo no ayudó a su contención.