Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Hay fe en el Pueblo

05/04/2021

La vida está llena, tanto de momentos buenos como de experiencias duras y difíciles de superar. Es por ello que debemos de encontrar nuestras propias herramientas para desarrollar la resilencia, ser felices y seguir adelante. En definitiva, tener fe. Por eso, entender la felicidad significa poder descubrir todos sus secretos y trucos para conseguir mantenerla en nuestra vida.
Yo creo que es la fe la que mantiene vivos a los pueblos. Y con ello, no quiero entrar en la controversia de si hablo de la fe religiosa o de la fe social. Tanto una y otra, se basan en la espiritualidad del ser humano, es decir, en su creencia interior, en saber si lo que hace o quiere hacer es lo adecuado, en sentirse seguro, en remover su conciencia para sentirse mejor.
Pero, estamos inmersos estos días en una fuerte tradición religiosa que sintetiza los valores morales de todo un pueblo: el católico. Y lo hace sirviendo a sus ilusiones de fe, es decir, manteniendo la devoción a esos encuentros entre imágenes de una Semana Santa propia, donde el arte de sus pasos se imbrica con la creencia en el perdón, el cielo o la salvación, olvidando a veces que todo ser humano necesita de «bondades» para ser mejor persona, amén de devociones místicas, saludables, religiosas o benditas.
Y me ciño a ejemplos, como el que está dando Cañete, un pueblo de la serranía conquense, donde sus gentes están revitalizando su iglesia parroquial, pero dónde han preparado una magnífica exposición en su ermita de la patrona, esa Virgen de la Zarza hermosa, la que saliera de un milagro y ahora sigue bendiciendo a sus parroquianos y amigos. En esa ermita extramuros, al lado de su muralla y puerta restaurada, una muestra de todos sus humildes pasos procesionales: Borriquilla, Sagrado Corazón, Soledad, Yacente, Virgen de la Zarza, Cruz desnuda y ese santoral popular, con la nueva versión de ‘Costaleros o Nazarenos’ que acaba de nacer, donde el capuz, la túnica y el cordón, premiarán la tradición eterna de su Semana de Pasión, iniciada en este caso, por jóvenes -algo poco común- y continuada por el resto de una vecindad honrada y generosa. Mucho han tenido que ver, tanto su Ayuntamiento como la Cofradías del Señor y de la Virgen, promotoras del bonito proyecto.
Al lado, la música ocupa su espacio, instrumentos de antaño y de ahora, melodías en danza, populismo en su decoración y sentimiento, cruces, andas, hachones, candelabros y palios; todo en un todo, con una adecuación extraordinaria en su preparación, muestra, al lado de un paraje de ensueño donde el ruido que produce la cascada de agua de su Pozo de la Horca hace reír a la piedra y llorar al pino, porque ese río de la Virgen y ese costumbrismo en sus gentes, hacen de este lugar una visita obligada, sin olvidar que el castillo y la muralla presiden a un pueblo histórico en el que el Arte del hierro lo hace su Paisaje Ilustrado del artista Zafrilla.