Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


La buena fe, escarnecida

22/10/2021

Me apena tener que escribir este artículo. Me entristece porque el resultado es un indicativo de por donde circula la escala de valores de nuestra sociedad, que acaba por tener reflejo en todo. Desde la política a la vida cotidiana.
 La mentira y el engaño ya no son motivo de rechazo sino de admiración y producen muy buenos réditos y famas. En todas las escalas como queda demostrado con tan solo hacer un repaso desde las más altas poltronas a los más pequeños avatares y personajillos del día a día Por el contrario la buena fe y el creer en la palabra del prójimo están cada día más desprestigiados, se considera cosa de idiotas y son castigadas personal y socialmente con toda dureza. En suma, que la mentira y el engaño son elogiados y rentan sin que se tenga en cuenta el destrozo que hagan sobre las vidas de aquellos a quienes enganchan en sus garras. Mientras la verdad y la bondad se consideran cada vez más como señales de poca inteligencia y de todavía menos provecho.
 He esperado unos días para escribirlo, deseando que se calmaran un algo las aguas, ante lo sucedido al pobre deán de la catedral de Toledo, vituperado, enfangado y causa de general mofa por haber cometido el error de fiarse de la palabra y creerse la mentira de quienes se acercaron a él, ya desde el comienzo, con la peor de las intenciones y prestos a burlarse de ella para conseguir sus objetivos.
 La catedral de Toledo, como tantas, lo está pasando muy mal económicamente por el cerrojazo del Covid a sus visitas durante más de año y medio. Se las ven y desean para pagar débitos, salarios, por pequeños que sean. En esa situación y cuando los avisados y aviesos productores de un vídeo clip de esos que hacen los cantantes se le acercaron con una propuesta de grabar la canción dentro del templo y le ofrecieron 15.000 euros por ello, aquello apareció como un pequeño maná dada la angustia pecuniaria por la que atravesaban.
Le entregaron al deán la letra de la canción y le pareció aceptable. Era una canción de amor y el enamorado, que se confesaba ateo, decía creer ya en Dios por haberlo conocido y alcanzado.
 Así que se acordó, se firmó, vinieron con sus cámaras, les abrió la puerta y, eso sí que fue un error que no debió cometer, los dejó que hicieran su trabajo sin que nadie del cabildo estuviera mientras él se iba a su lugar de trabajo a hacer el suyo.
 El resultado es conocido. La letra era lo de menos. Las imágenes son, más aún por el lugar donde se grabaron, no solo explícitamente sexuales, le llaman 'perreo', sino ofensivas para muchas gentes que con toda razón consideren que no es un lugar, para ellos sagrado y de culto, su escenario. Es muy entendible, lógico y compartido que hayan sentido que el lugar, sus creencias y sentimientos han sido violados y escarnecidos. Gratuitamente, además, con absoluta falta de respeto y, diría incluso, con satisfacción por causar el escándalo pues ello favorecerá su publicidad, ventas y dineros. Todo un éxito. Que supongo se guardarían muy mucho de intentar repetir, por ejemplo, en una mezquita.
 El deán ha pagado un alto precio. Más allá de su dimisión, irremediable, pues su error la imponía, ha quedado destrozado y, me consta, deshecho. Dañado y herido no solo en su reputación sino en lo más hondo, en ese dolor íntimo por considerarse responsable del daño causado. Pero ¿a quién le importa eso? Ahí y con él no hay solidaridad que valga. Pues la mía la tiene. Lo mismo que todos, desde el arzobispo hasta el últimos de sus clérigos y seglares de la catedral de Toledo, los que están sufriendo por ello. Y no es cuestión de ser de la parroquia, ni de la cofradía ni siquiera de la creencia. Es cosa de ser o no buena gente. Por mucho que la bondad y la buena fe este tan mal vistos en estos tiempos que vivimos.