Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


Gente de bien

03/03/2023

¿Por qué se ríen de esta expresión? ¿Por qué lo hacen con ese sentido   de superioridad que usa la izquierda, como sello de calidad ideológica? La respuesta es bien clara: porque la derecha, en su moderación, ha cedido todo en aras a la paz.
No sería justo decir que la izquierda no ha aportado nada al progreso de la humanidad, pero es obvio que ha contribuido más a su ruina que a su bienestar, sobre todo cuando su actuación ha sido más radical. Para rebatir esta idea se suelen poner ejemplos excepcionales de políticos que han tenido éxito siendo de izquierdas. Es clásico el de Billy Brandt en Alemania, pero olvidan una de sus frases favoritas referidas a la empresa: «los beneficios de hoy son las inversiones de mañana y los puestos de trabajo de pasado mañana». Comparen esta frase con los epítetos que dedica la izquierda española a nuestros empresarios más dinámicos y verán que Willy Brandt y Sánchez, Montero y cía. no comparten ideología.
Dicho lo anterior, quiero defender el concepto de hombre de bien por mucho que Pedro Sánchez se ría de esta expresión. Lo primero que tenemos que dejar sentado, es que el hombre de bien no es una especie exclusiva de ninguna ideología política, aunque su concepto parezca molestar a quienes hoy ostentan la representación de esta progresía cutre que nos gobierna.
Bien pensado, es lógico que así sea, porque a gran parte de esta representación nunca se le daría tal calificativo. ¿Por qué? Muy fácil. El hombre de bien nunca hace trampas, trabaja para formarse y en base a esta formación, consigue sus títulos. Otros, encargan la redacción de sus tesis doctorales, las plagian y se valen de estos títulos para presumir.
El hombre de bien es sobrio, nada ostentoso, no se hace fotos disfrazado de presidente de los años sesenta de los Estados Unidos.
El hombre de bien cumple su palabra. Cuando hace una promesa la cumple y jamás hace lo contrario de lo que prometió. Algunos aseguraban que no podrían dormir con ciertas ideologías en el gobierno, para seguidamente llenar de ellos el consejo de ministros.
El hombre de bien pone los intereses de su país por delante de los suyos propios. Quien no lo es, se coloca como centro del universo y vende su alma al diablo con tal de obtener un beneficio personal.
El hombre de bien procura dejar los lugares por los que pasa, mejor que estaban cuando llegó a ellos. Quien no lo es, con tal que ostentar un cargo es capaz de destruir un país entero.
El hombre de bien es respetuoso con los credos, formas de expresión y aficiones de los demás. Quien no lo es, impone su ideología, su forma de hablar, aunque sea grosera y cutre e impide a los demás desarrollar las aficiones que no le parecen bien.
El hombre de bien, procura vivir de su esfuerzo y trabajo de forma libre e independiente, y en esta filosofía educa a los suyos. El que no lo es, procura crear dependencia en los demás para que no escapen de su control y poder usarlos para sus propios intereses.
¡Claro que existe gente de bien! Es una desgracia que algunos no conozcan su significado y lleguen a lo más alto. Por eso  otros se tienen que ir de España…