Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Pinchazos

16/08/2022

El fenómeno de los pinchazos a mujeres en locales de ocio nocturno que han proliferado en las últimas semanas ha llevado a más de doscientas de ellas a presentar denuncia por este tipo de agresiones que son una nueva manifestación de la violencia de género que tiene en guardia a los servicios policiales y a los propios empresarios de los lugares donde se producen unos hechos que provocan sensación de alarma, de impotencia y de desprotección.

En un primer momento se temía que los pinchazos a las mujeres tuvieran la finalidad de provocar su sumisión química, -otro tipo de agresión que se ha disparado, como las violaciones en manada- pero de los análisis practicados a las mujeres que han denunciado los pinchazos se ha seguido que esta no es la intención por cuanto que en escasísimos casos se ha podido comprobar que habían sido inoculadas sustancias que provocaran esos efectos. Pero los pinchazos además pueden tener otras posibles consecuencias médicas como la transmisión de enfermedades contagiosas de gravedad como el VIH o la hepatitis. Es decir que además de ser acciones tipificadas en el Código Penal pueden tener consecuencias en la salud pública.

Resulta difícil evaluar cuales son los motivos que llevan a una serie de individuos a realizar estos pinchazos que no se pueden banalizar como una moda que se originó fuera de nuestras fronteras, y que ha sido adoptada por una serie de energúmenos de los que se desconoce qué es lo que pretenden. La investigación y la detención de alguno de ellos serviría para conocer esas motivaciones que se escapan a un razonamiento lógico, si actúan de forma individual tal y como parece, o si existe un punto de conexión entre los sucesos que han ocurrido en distintas partes del país.  Sin alarmismos, pero con determinación, vuelve a ser necesaria la colaboración ciudadana para tratar de frenar estas agresiones cuanto antes.  

Es imposible pensar que con esos hechos delictivos pretendan que la mitad de la población en edad de divertirse se quede encerrada en su casa por el miedo que generan, limitando su libertad a desarrollar una vida plena y a sentirse seguras en todos los momentos de su vida. Pero con que la psicosis desatada afecte a una minoría ya es suficiente para que se adopten medidas de vigilancia policial para hacer frente a esta ola de delitos.

Por supuesto no se puede negar que los pinchazos son hechos relacionados con la violencia de género, puesto que las víctimas son siempre mujeres y, como siempre, son las obligadas a tomar medidas de autoprotección que en una situación de normalidad no tendrían por qué adoptar cuando salen de su casa, y lo que es más relevante, incluso les puede obligar a cambiar de hábitos y de forma de vida sin que tengan necesidad ni voluntad de hacerlo. Como en todos los asuntos relacionados con la violencia de género, el foco no ha de ponerse en las víctimas sino en los agresores, que son quienes deben cambiar su pretensión de dominación o amedrentamiento sobre las mujeres. Hablar de pedagogía, de educación en valores, de una cuestión tan elemental como la igualdad entre hombres y mujeres es imprescindible e inevitable, pero el conocimiento de los motivos de las agresiones y el castigo de quienes agreden a las jóvenes en discotecas o festivales de música se hace urgente e imprescindible, aunque por el momento no hayan tenido consecuencias físicas graves para quienes han sufrido los pinchazos.