Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


La chispa y el velo

04/10/2022

Puede saltar en cualquier momento. En cualquier lugar y en cualquier instante. Cuando lo hace, sin control, las consecuencias suelen ser imprevisibles y desastrosas. Tanto por sus efectos, como por los daños ocasionados. La historia ha enseñado (o debería haber enseñado) que cuando una chispa prende, puede provocar un incendio incontrolable. Una revolución, un cambio de régimen, o un desastre de dimensiones bíblicas. Los chispazos pueden tener un final feliz, o no. Un desenlace positivo, o no. Es la historia la que enseña y juzga.
En 1773, a tres colonos americanos se les ocurrió tirar al mar tres fardos de té de un barco inglés atracado en el puerto de Boston. Lo hicieron, y ese acto está considerado como la chispa que provocó la guerra de independencia de Estados Unidos, y el nacimiento de esa gran nación.
Otro chispazo. En el siglo pasado Gavrilo Princip, un joven de 19 años, cogió una pistola y se llevó por delante a Francisco Fernando, archiduque de Austria-Hungría, en Sarajevo. El disparo de una sencilla pistola, provocó la Gran Guerra, con más de diez millones de muertos y veinte más de heridos. También un nuevo orden en Europa.
 A finales de ese siglo, una entrevista en televisión fue el chispazo que derribó, después de treinta años, el muro de Berlín. Dicen, además, que fue la primera chispa televisada. Cayó la Alemania llamada 'democrática', y se resquebrajó el telón de acero. Incluidas las fronteras de la URSS.
En los últimos días, el chispazo ha saltado en Irán. La muerte en una comisaría de una joven por no llevar 'bien' el velo, ha desatado graves protestas en la República Islámica. En ese país, proclive a las revoluciones, ha estallado lo que ya se califica como 'la revolución de los velos'. Miles de mujeres iraníes se han quitado el hijab obligatorio, tras la muerte de la joven Mahsa Amini, sin ningún tipo de miedo o recelo ante la temida Policía de la Moral.
El resto de esta columna podría completarse con muchos más ejemplos de hechos históricos provocados por el estallido de una chispa. De cómo su mecha puede provocar alteraciones en el orden mundial. La columna también podría seguir relatando las consecuencias que conlleva la creación y existencia de un órgano de control civil o fundamentalista. En este caso la llamada Policía de la Moral iraní, que indica a los ciudadanos lo que pueden y no pueden hacer. Especialmente a las mujeres.
En Europa no hay Policía de la Moral que se sepa. Pero sí, en cambio, toman cada vez más fuerza en algunos países los principios y fundamentos de la llamada ingeniería social, incentivada por la propaganda que ocupa cada vez más espacio individual y colectivo, Una técnica, más refinada, para dictar a los ciudadanos cómo deben ser.
Lo que está pasando con las mujeres en Irán es, a todas luces, un argumento mayúsculo para ejercer la solidaridad con aquellas luchadoras. Merece el total apoyo por parte de aquellos, y aquellas, que cuestionan la tiranía de la ingeniería social.
También el apoyo de los que la ejercitan, y viven de ella. Aunque les cueste más.

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