Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


China echa el freno

13/09/2021

La industria cárnica porcina y todo el tejido productivo y empresarial que la conforman andan con la mosca en la oreja desde agosto. No es la primera vez que China, el destino preferente de sus exportaciones y la tabla de salvación desde hace años, lanza mensajes confusos al mercado sobre las necesidades reales de abastecimiento interno tras su crisis de peste porcina africana (PPA).

Para entender mejor el paso o la supuesta estrategia de control de precios que algunos ven detrás habría que partir sin embargo de la posición de liderazgo mundial y de su capacidad de catapultar el precio o de hundirlo con un simple movimiento de tablero. Es decir, que en producción de carne de cerdo, son los primeros del planeta, y en consumo, los primeros de la tierra.
La crisis interna de PPA que explotó en 2017 diezmó considerablemente su cabaña al verse obligadas las autoridades del gigante asiático a sacrificar millones de cabezas de cerdo. Una alerta veterinaria como esta no deja margen de error ni lugar a medias tintas, por lo que no quedó otra opción que salir a comprar fuera, al tiempo que el consumo se desplazaba hacia otras carnes huyendo de las subidas. Y aquel roto significó un pérdida de 20 millones de toneladas por año.
La mayor demanda en el mercado americano y europeo abrió la puerta a una importación imparable que han sabido aprovechar nuestras empresas como prueba la tasa de producción por encima ya del 170%. Hoy, España exporta un millón de toneladas, según Anprogapor. El 30 por ciento de lo que compran fuera sale de España.
Y es ahí donde las cifras vuelven a hablar por sí solas. Porque si el sector estima o sabe que el consumo interno de estas elaboraciones cárnicas se cifra en el gigante asiático -en condiciones normales- en 54 millones de toneladas, queda mucho trecho hasta recomponer los 20 que han dejado de gastar sabiendo que la carne de cerdo forma parte de lo más elemental de su dieta alimentaria.
Pero las tornas cambian ahora o al menos el Gobierno chino dice que ya se han recuperado de aquel golpe, que los censos vuelven a subir, y que sus necesidades externas serán inferiores. Y como si nada tuviera que ver coincide en el tiempo la suspensión o la retirada de varias autorizaciones u homologaciones de exportación de algunos mataderos europeos, entre ellos también de España, alegando la falta de cumplimiento de su normativa.
Las principales asociaciones de productores hacen un llamamiento a la cautela y se anticipan al posible pinchazo recomendando diversificar la exportación hacia otros países. También ha hecho lo propio el ministro de Agricultura aunque a corto plazo no parezca que vaya a haber cambios bruscos.
Y en paralelo, la gran distribución alemana, bloqueada por el veto a la exportación tras detectarse focos de peste, ha decidido acudir al rescate de sus productores para que no gripe uno de los motores de su economía agroalimentaria. Alemana es el primer productor de Europa de carne de cerdo. Como si se tratara de una cuestión de Estado, han decidido pagar a los ganaderos unos precios mínimos que cubran los costes, o por encima de lo que marca el mercado que sigue a la baja. ¿Otra señal?
Si todo fuera en la dirección que parece (como otros analistas sugieren), ¿estamos ante un nuevo ciclo? Los chinos llevan dos cosechas haciendo acopio de cereal en los principales graneros del mundo a un ritmo tan compulsivo que ha dislocado el normal funcionamiento bursátil donde cotizan estas materias primas. Nadie entiende qué ha pasado y qué sigue pasando en las bolsas ni por qué el maíz o el trigo están en precios ‘fuera de rango’ obligando a las fábricas de pienso a reformular y meter más cebada, por ejemplo, o a tirar de otros subproductos. Cierto es que la volatilidad de este mercado también tiene que ver con una bajada de stocks en los últimos tres años, al fallar algunas previsiones productivas.
¿Estará más cerca el final?