Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Oídos sordos

23/06/2021

Decía Aristóteles que nada en nuestra inteligencia hay que no haya llegado a través de los sentidos. En estas circunstancias, percibimos a través de nuestros sentidos tantas palabras necias y tanta tontería en imágenes que sólo nos queda hacer oídos y sentidos sordos.
Son tiempos difíciles y, hay que reconocer, que yo firmaba estar como estamos en estos momentos. Hace unos meses nuestros niños tenían que empezar el curso y, con más miedo que vergüenza, los depositamos con la esperanza de que los colegios y sus maestros tuvieran más claro que los padres lo que iban a hacer allí dentro. Hemos llegado a final de curso y sólo quiero agradecer el trabajo, el esfuerzo y la dedicación mucho más allá de sus competencias.
Entrar ahora a atacar a un pobre gobierno regional, con un grado de empatía minúsculo, con un grado de planificación previa ridículo, sería ventajista e, incluso, reprobable. Pero, la realidad es inexcusable. La preparación realizada entre los asesores de la consejera de educación fue de absoluta vergüenza. Cuando no hubo más remedio, el marrón pasó a manos de los equipos directivos de los colegios e institutos. Se solicitó que tuvieran el apoyo de recursos sociosanitarios para la elaboración de los protocolos en los colegios y, muy chulitos, ellos lo negaron, valían para todo, en realidad para nada.
Los protocolos en las aulas los han sabido hacer los maestros, porque conocen a los niños y lo que tienen que hacer con ellos. Los asesores, salieron huyendo de las aulas porque a los críos mejor que los aguanten sus padres. Pero para ordenar un aula, para eso sí valen, para decir lo que tenían que hacer otros sin tocar pizarra, a distancia, como torear desde la barrera pero en formato virtual.
Este curso académico ha estado plagado de oídos sordos. De mucha gente haciendo que escucha y llevando a cabo lo que les da la gana. Pero si estás leído, querido lector, y si nuestra inteligencia está basada en las percepciones de nuestros sentidos, no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír. Menos mal que ya no hay recuperaciones de septiembre para recolectar calabazas y que venga, como decía mi padre, el tío Paco con las rebajas.