Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


Un concejal

28/10/2022

Nazario Prado fue concejal del Ayuntamiento de Toledo en los tiempos en los que cada partido político presentaba para las elecciones  los mejores que creía tener. No se proponía para concejal al vecino de escalera o a un compañero de Universidad o a un conocido del colegio. Se buscaba la valía probada, individual y colectiva.  Cada candidato iba a desempeñar una función en el Ayuntamiento, ganaran o perdieran las elecciones. También se buscaba  conseguir los votos de la competencia. Nazario Prado, que ha fallecido en estos días, militaba en el PTE, partido más a la izquierda que el PC, pero se incorporó al PSOE. La lista presentada no ganó, quedó en la oposición, lo que no fue obstáculo para colaborar con el gobierno local porque era el futuro de la ciudad lo que estaba en juego.  En aquellos años en los Ayuntamientos se trabajaba primero y sí, era necesario, se inventaba la discrepancia. A ello contribuyó Nazario Prado y su inteligencia de chaval del barrio de Santa Bárbara.
Pero en algún punto de la vida algo se quebró en su interior e inició un camino de complicado retorno. No aceptaba sus fallos ni los consejos de los amigos, se creía más listo que los demás. La excusa tópica del ofuscado para negar la evidencia. Se metió en negocios que desconocía y tan pronto soplaron los primeros vientos  se lo llevó por delante. Aún así insistió fiado en su inteligencia y su buena suerte. No entendió, o no quiso entender, que ambos son factores tornadizos y caprichosos. El resto fue un descenso a los infiernos en progresión, como para incorporar todo el catalogo de sufrimientos inútiles, personales y familiares. La deriva imparable le fue dejando solo. Alguno de sus conocidos, como Jesús Fernández Vaquero, echó una mano a la familia. Se comportó como un personaje humano ante el desastre que veía. Actuó de manera compasiva en un territorio, el de la política, en el que actos de empatía son contados. El final le ha llegado y el día del entierro  fue imposible no evocar la  trayectoria de un hombre que prometía más que  lo que él mismo creía.  La soberbia, cuenta la Biblia, condenó al ángel más bello, más inteligente y más radiante a las profundidades insondables de una existencia confusa. No otra cosa es el infierno.