Apuntes sobre la iglesia de los jesuitas de Toledo (y II)

José García Cano*
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Uno de los primeros diseños de la iglesia jesuita pudo deberse a Juan Bautista Monegro aunque los documentos también nos hablan de la intervención del jesuita Pedro Sánchez quien fue llamado en 1619 para que diseñara esta iglesia

Apuntes sobre la iglesia de los jesuitas de Toledo (y II)

Continuamos con este breve repaso a la historia de la iglesia jesuita de Toledo, recordando como entre las varias condiciones que puso en su testamento doña Estefanía Manrique de Castilla (4 de junio de 1605), figura una en la que la testadora obligaba a construir una tumba de «buena grandeza y proporción» la cual había de ubicarse en medio de la capilla mayor de la iglesia, debiéndose decir determinadas misas en honor a los hermanos Castilla (Pedro y Estefanía); la tumba debía cubrirse con un paño de terciopelo negro, con cenefa de tela de oro y en las cuatro esquinas se habían de bordar cuatro escudos con las armas de los Manrique y Castilla e incluir en el centro del mismo paño, una cruz de Alcántara de terciopelo verde. Se colocarían alrededor de la tumba doce candeleros de hierro para poner hachas, a imitación de los que don Pedro Niño tenía en su capilla cercana de San Román; curioso dato que nos recuerda como era la capilla mayor de este templo toledano, (actual Museo de los Concilios) propiedad del citado don Pedro Niño de Conchillos y Ribera, Señor de Noez. De todas las mandas que estableció Estefanía sobre las tumbas de ellos mismos y de sus padres, nada se hizo finamente, debido sobre todo a la prolongación en el tiempo de las obras. Uno de los primeros diseños de la iglesia jesuita pudo deberse a Juan Bautista Monegro aunque los documentos también nos hablan de la intervención del jesuita Pedro Sánchez quien fue llamado en 1619 para que diseñara esta iglesia y el cual participó también en sus trazas. Aunque algunas fuentes señalan la fecha de 1629 como la de colocación de la primera piedra, Fernando Marías apunta que en 1616 la iglesia se había comenzado a cimentar; lo cierto es que un edificio de tal envergadura requirió de varias compras, cesiones y permisos que se prolongaron hasta 1632, momento en que los Marqueses de Malagón vendieron una parte de sus casas principales a los jesuitas para construir el convento. Recordemos que el solar principal que utilizan -y compran- los jesuitas para esta obra, eran las antiguas casas de Juan Hurtado de Mendoza Rojas y Guzmán, a la sazón Conde de Orgaz y la iglesia con planta de cruz latina, siguió como así quedó estipulado también, el modelo de otras iglesias jesuitas como Palencia o Alcalá de Henares, como dijimos.

Los hermanos Castilla también se gastaron dos mil ducados en alhajas para la casa profesa de los jesuitas e indicaron que la renta de un año del convento, se dedicase para comprar libros que formasen una librería «muy principal» y que los libros que fueran necesarios se tuvieran multiplicados para que los frailes puedan tenerlos dentro de sus aposentos. Como apunte curioso, señalamos que Estefanía Manrique dejó dicho que doña Ana Zapata, hermana de don Juan Zapata -tesorero y canónigo de la catedral de Toledo-, la cual se había criado con los hermanos Manrique, podía ser enterrada en medio de la grada del altar colateral de la mano derecha de la capilla mayor, ante el cariño y simpatía que ambos la profesaban. Sobre la inauguración de la nueva iglesia de los jesuitas, Estefanía dejó escrito que cuando se colocara el Santísimo Sacramento, debía de hacerse con «mucha música de cantores y ministriles» y celebrando una gran fiesta y solemnidad, dejando el gasto a cuenta de las rentas que aportaron los hermanos Manrique. Igualmente se fijó la obligación de decir misa mayor el día de San Ildefonso, el día de San Pedro Apóstol (por el fundador), el día de San Benito, el día de San Esteban y el día de la Magdalena.

Apuntes sobre la iglesia de los jesuitas de Toledo (y II)
Apuntes sobre la iglesia de los jesuitas de Toledo (y II)
En cuanto al colegio jesuita y la formación que en él se debía dar, se señaló que obligatoriamente debía de leerse gramática, retórica, matemáticas y filosofía y aparte de estas materias, otras tantas que considerase la orden jesuita. Finalmente, doña Estefanía de Manrique y Castilla moriría el 8 de diciembre de 1606, depositándose su cuerpo junto al de su hermano Pedro, como era voluntad de ambos. Nos encontramos ante uno de los mayores templos barrocos de Toledo y un lugar que merece la pena conocer, tanto por la historia que recogen sus muros como por los elementos artísticos de su interior. No menos importante son las dos torres que posee el templo, a las cuales podemos acceder y descubrir una de las mejores vistas aéreas de la ciudad y que son sin duda elementos característicos del paisaje urbano de la ciudad y señas de identidad de un barrio tan antiguo como el de San Román.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.