Francisco Javier Díaz Revorio

El Miradero

Francisco Javier Díaz Revorio


Palmeras toledanas

14/05/2021

‘Filomena’ fue una nevada de una intensidad insólita en muchas zonas del centro de España, y particularmente en Toledo, ciudad que, protegida en el centro del valle del Tajo y caracterizada por el clima seco -aunque sea un duro clima continental-, muchos inviernos elude las nevadas, y en otros aparecen de forma testimonial. Aun así, sus devastadores efectos permanecen, entre otros aspectos, en los árboles dañados, muy heridos o definitivamente perdidos. Y ello pone sobre la mesa una reflexión sobre el tipo de árbol más adecuado para nuestra ciudad, teniendo en cuenta su clima, sus características y su historia. Así, por ejemplo, algunos paisanos vienen defendiendo desde hace bastante, a través de las redes sociales, la conveniencia de plantar almeces, ya que estos árboles se caracterizan por su extraordinaria resistencia, a las plagas, a la contaminación, y también a las inclemencias meteorológicas, lo cual aparentemente han demostrado también tras el paso de Filomena.
Sorprende, en cambio, la enorme cantidad de palmeras que hay en Toledo. Y no me parece mal, la palmera es un árbol de indudable atractivo. Es verdad que siempre se vincula a zonas más cálidas y húmedas, así que verdaderamente nuestro clima extremo y seco no parece el contexto más idóneo para su desarrollo. Pero ahí están, y desde hace décadas muchas han resistido a todas las inclemencias, desarrollándose hasta alcanzar un buen tamaño. En cualquier caso, a mí las palmeras me encantan, no solo por su bella forma, sino también porque de algún modo evocan latitudes tropicales, y porque en ‘mi otra tierra’, que es la asturiana, constituyen desde hace más de un siglo el símbolo inequívoco del indianaje, ya que algunos de nuestros compatriotas las introdujeron en las mansiones que construyeron tras regresar de un período, a veces incluso exitoso, en algún país hermano al otro lado del ‘charco’. Pero… la verdad es que la mayor parte de las palmeras toledanas han sufrido, de forma más notoria y visible que otras especies, los drásticos efectos de Filomena, hasta el punto de que no pocas están secas, y algunas quizá definitivamente muertas. Sin embargo, como aquel olmo seco al que cantó Machado, a algunas palmeras les han brotado, como ‘milagro de la primavera’ y por encima de las grandes hojas secas y muertas, pequeñas y nuevas hojas verdes. Así que es muy urgente que el Ayuntamiento termine la labor de cortar la parte yerta para que estos árboles puedan revivir… porque lo contrario supondría un problema mucho mayor.