Irene Montero dijo el otro día que la derecha quiere cambiar un «detallito técnico» de la 'ley del sí es sí'. El heteropatriarcado, que se aburre que te escurres, no tiene otra cosa que hacer que buscarle faltas a la ley estrella de la ministra. El detallito técnico pasaría por una cuestión de nomenclatura, pero a Irene le da igual, porque Irene no ve, no escucha, no oye. La soberbia ha mucho tiempo que entró en su cuerpo y acampó en sus entendederas. La soberbia y el odio, claro, que van de la mano y se dan de tortas por salir entre la frente y el grito, el ceño y los dientes, el puño y la letra. Irene está en el detallito y no repara en otras cuestiones como que los violadores salen a la calle y asustan a sus víctimas y a las mujeres que ella dice defender. Los comunistas travestidos de populismo dan siempre lo mismo… Lo contrario de lo que dicen que pasa o sucede. En el Muro de Berlín del lado de allá no había hambre, porque se prohibió en un momento dado. Igual que en Cuba los pobres y la prostitución… Y luego detrás de cada esquina había una jinetera esperando turismo o jaboncicos. Da igual que la realidad derruya sus planteamientos, que el comunismo construye su verborrea ideológica y sus presupuestos sectarios. Cualquiera que haya leído a Lenin, sabe que el primer paso es la guerra civil, el enfrentamiento y la división de la sociedad, para hacerla más pobre, más débil. A partir de ahí, si se tragan los sables de sus discursos, el hombre y la libertad pueden darse por perdidos.
Irene no está en los detallitos, que vino al mundo para hacer algo grande. Su marido se fue y la dejó colgada de la brocha en un Ministerio, que lo más hermoso que ha dado al mundo es una tarta con varias asesoras. España es un país de cachondos, porque vota lo que vota. Y ahí tenemos, ciento cincuenta años después de la Primera República, a la patulea más circense desde aquellos tiempos en el cuadro de mandos. A Pedro, que es guapo y lo sabe, ya le fastidia tanto ruido de violadores y abusadores. Si no hubiera existido la alarma social – obvia, por otro lado, para quien no viva en su mundo-, Sánchez hubiese seguido con su espejito mágico. Pero estábamos en el detallito de Irene. La verdad es que lo de la chica tampoco es para tanto, pues todos los grupos, salvo el PP y Vox, apoyaron la ley. Debe ser que los diputados no saben leer o no coligen que cuatro es menor que seis. Un detallito técnico sin importancia. Los hijos de la Logse.
El detallito de este gobierno son las Podemeers Leaders que decoran este mundo de color del transgénero y polimorfo universo que les ha tocado gobernar. Si los violadores y los yihadistas salen a la calle, es lo de menos porque son pobres… Y ya se sabe que la pobreza engendra injusticia y miseria. Hay que llenar las cárceles de ricos gordos y sebosos, que se les escapen las lorzas entre los barrotes. El punitivismo (sic) es rancio, facha y no logra lo que pretende. Tú, al violador te lo puedes sentar en las rodillas y razonar con él. Lo importante es que la mujer sea de izquierdas, sectaria y vea en el hombre un enemigo para acusarlo. Que sea verdad o no luego lo que diga, lo mismo da. Pero si el violador tiene que salir a la calle, no pasa nada. Porque la ley es de izquierdas y la ha hecho Irene Montero, la mujer de Pablo Iglesias. Que el Macho Alfa colocara a todas sus chais con presupuesto público habla de su generosidad y dadivosidad. Ese es feminismo del bueno. Y es que como decía Krahe, autor de cabecera del interfecto, yo de mayor quiero ser mujer florero. Un detallito sin importancia.