Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


Cervantes

14/02/2023

Tras la resistencia del Alcázar en la guerra civil, todo lo que estaba cercano quedó destruido, excepto el edificio de Santa Cruz, que aún conserva en sus piedras los impactos de las balas y el convento de las Concepcionistas. En la reconstrucción de ese espacio se levantaron edificios de ninguna estética y mala calidad. La antigua subida hacia la ciudad, llamada calle Cervantes, se convertiría en carretera de entrada y salida automovilística. En el presente, la calle y la plaza de las Concepcionistas son un aparcamiento a cielo abierto que nadie se atreve a tocar, a pesar de situarse próximos dos parking cerrados, el del Alcázar y el del Miradero.
En uno de los edificios que se construyeron con materiales ínfimos y ninguna estética estuvo por algunos años la dirección provincial de industria y minas y por el lado de las concepcionistas un sótano para hacer horchata y aliñar aceitunas de la familia Salamanca. Los años han pasado y el edificio parecía abandonado, contribuyendo a la impresión de deterioro de la calle. Sin embargo, a pesar del ritmo lento de la ciudad, algo se mueve en el centro histórico. Y, en ocasiones, para mejor. Varios emprendedores compraron el edificio y se propusieron rehabilitarlo. El interior daba para poco, por lo que ellos han tenido que poner mucho. El resultado es un conjunto de diseño exquisito para quienes quieran sentir una experiencia única a dos pasos de Zocodover. En un edificio que, en el exterior no vale nada, en su interior han conectado con el muralismo de los siglos XVI y XVII en los que la nobleza y burguesía urbana decoraban sus casas con pintura de época.
Y esto nos lleva a otra dirección, aunque converge en el edificio referenciado. Con las elecciones de mayo, se activan los discursos sobre la ausencia de 'modelo de ciudad'. Se enuncia en genérico, sin que nadie se sienta en la obligación de concretar su 'modelo'. Y, sobre todo, sobre todo, nadie cuantifica el coste económico del hipotético 'modelo' que pasa por la rehabilitación integral del centro histórico. Hoy por hoy una fuente de riqueza incuestionable. Nadie plantea qué papel desempeñaría en el proyecto el capital privado y cual el público. El discurso del modelo de ciudad se superpone con el otro gran debate: el vaciamiento del centro histórico y su ocupación por el turismo. La fina recuperación que han hecho los citados emprendedores de la calle de Cervantes se va a destinar a apartamentos para turismo de calidad. Y ese es el otro asunto que hay que afrontar. Se dice que el recinto tiene que ser un centro vivo en el que habiten ciudadanos normales, que tengan todos los servicios públicos y privados. ¿Quién no estaría de acuerdo? Sin embargo, mucho antes de que el turismo hiciera presencia con la intensidad actual, el centro histórico se despoblaba, dejando un reguero de viviendas en ruinas o solares vacíos. Para los próximos años hay que contar con la ruina de los conventos abandonados.
En la conversación ordinaria se apunta que la revitalización de ese centro histórico corresponde a las administraciones públicas. ¿Alguien se ha parado a calcular cuánto costaría un proyecto de largo alcance a las administraciones públicas que se sustentan con el dinero de los impuestos? ¿Cuál sería el papel de los inversores privados en este proceso? Las ciudades se construyen con la riqueza de la época. Los conventos, que incorporaron a sus estructuras casas y palacios árabes, cambiaron el aspecto de la ciudad. Lo hicieron porque en Toledo se dilucidaban sus intereses humanos y divinos, intrincadamente relacionados. El modelo terminó. Toledo dejó de ser, hace muchos años, la ciudad religiosa que fue. ¿Quién se atreve con un planteamiento, viable económicamente, para devolver la vida ciudadana que lleva años perdiendo?