Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


Una horita más

24/01/2023

Seguro que usted, sabio lector, ya se ha dado cuenta de esta nueva realidad diaria. Desde hace pocos días -concretamente, desde el pasado veinte de enero-, gozamos de una hora más de luz. Ya lo dice el refrán: 'Por San Sebastián, una horita más'. Consciente de este hecho irrefutable, el autor de esta columna se pregunta qué hacer con esa hora. Hogaño con más ahínco y preocupación.
El dilema no es baladí y responde a una necesidad existencial. '¿Qué hacer con una hora más de luz al día?'. Las respuestas dependerán de las coordenadas espaciotemporales de cada uno. De las circunstancias y distintos yos orteguianos que marcan la existencia hispana. O simplemente, de cómo se levanten los cuerpos ese día.
El caso es que hay una hora más. Se recomienda y antoja que, lo primero que hay que hacer, es no presumir de ello. No sea que Hacienda, o cualquier otro ministerio, se entere de la dicha y grave esos nuevos y luminosos sesenta minutos con un impuesto al sol. Gravamen que estaría incluido en la declaración de la renta del próximo año.
Los epicúreos (en los que para este fin se incluye el arriba firmante) lo tendrían mucho más claro. Saldrían como posesos de sus moradas a disfrutar de los placeres que otorgan los rayos del sol. De esa manera, además, se ahorrarían tener la calefacción encendida en casa y el consiguiente coste añadido del recibo del gas y de la luz. Listos, los seguidores de Epicuro de Samos.
En esta línea filosófica, quienes opten por sentarse en una terraza para aprovechar esos primeros rayitos de luz de más. De paso, comprobar cómo ha subido la factura del café, de la cervecita o de los refrescos azucarados. Si se decanta por lo que antaño se llamaba merienda cena, se recomienda no pedir carne o pescado. Productos a los que no se les ha bajado el IVA y, por lo tanto, están al alcance de menos personal.
Claro, que también hay que pensar en nuestra sufrida industria cárnica y pesquera, y ser solidario con quienes desde hace ya años, son diana de algún ministerio un menú sí, y otro también. También de proteínas ha vivido y evolucionado el ser humano, habría que recordar a más de uno, una o une.
Hay un colectivo numeroso que, por el contrario, se evadirá de los sesenta minutos lumínicos de añadido. Esta tribu, cada vez más resignada a su destino, permanecerá firme en su puesto de trabajo ante el temor de perderlo, y no reflexionará sobre refranes. Así no correrá el riesgo de caer en las embarradas trincheras del antiguo y antaño temido INEM. Esas listas, por cierto, en las que cada vez es más difícil diferenciar quién, y cómo, las nutre.
Como mucho, estos temerosos del Inem (especialmente los autónomos) mirarán por la ventana del despacho, del taller o del comercio para ver ese regalo de luz. Luego dirigirán la vista al reloj y pensarán: «una horita más de luz, y yo aún aquí. Cachis la mar».
Y como todos los años. Con, o sin menos luz, con refrán o sin refrán, seguirán trabajando. ¡C´est la vie!