Las cosas no ocurren por casualidad, muchos pueden pensar que puede ser suerte, acierto o una simple lotería. Pero lo ocurrido en la novillada de Valdemorillo es el fruto de una selección a conciencia por parte de un ganadero que con humildad está creando uno de los hierros más importantes del orbe taurino. La vacada del Conde de Mayalde está en manos de Rafael Finat que con una afición desmedida y una alquimia particular ha conseguido una ganadería de triunfo.
Los seis utreros embarcados a la localidad madrileña fueros seis astados de triunfo, en mayor o menor medida, todos pusieron en bandeja a los tres novilleros un éxito. Serios por delante, de variadas capas y algo desiguales en cuanto a romana, tomaros los vuelos de capas y muletas con entrega y duración. Varios de ellos protagonizaron buenos tercios de varas destacando la del quinto novillo, al que se le pidió por parte de los asistentes la vuelta al ruedo.
Nuestro otro protagonista es Guillermo García Pulido, novillero de Castillo de Bayuela y alumno de la escuela taurina "José Cubero El Yiyo" de Madrid. Su trabajo y empeño está dando sus frutos. En el patio de cuadrillas se le podía ver en el brillo de sus ojos la responsabilidad de la tan señalada fecha. Un triunfo aquí le podía abrir muchas puertas y la responsabilidad de un coso donde están muchos buenos aficionados es un escaparate que no podía desaprovechar.
Y no lo hizo, pues fue todo entrega, decisión, valor y gusto en sus dos faenas. Ante su primer y serio astado estuvo firme ante unos primeros tercios algo desconcertantes. Firmeza de piernas, decisión en los toques y distancia le facilitaron que el animal tomase los engaños con rapidez con un punto de violencia. Esto fue calando en los tendidos, de tal forma que la fe que le puso García Pulido a esta faena le fue correspondido por los tendidos. Sobre todo, cuando para rematar enterró el acero en el mismo hoyo de las agujas asomando el primer pañuelo blanco del festejo por la baranda presidencial.
Con responsabilidad esperó la salida de su segundo novillo, el que hacía quinto, el más serio del encierro que recibió una gran ovación desde las gradas. Lo lance al ralentí, con el compás abierto y suavidad de muñecas para ponerlo de lejos al equino. Gran pelea del Mayalde con el del castoreño que fue empotrado hasta las tablas. Se fue al medio, brindó a los asistentes y volteó boca abajo la montera que la suerte no la colocó del gusto del espada. Hincó las rodillas en tierra y desde la boca de riego citó al novillo que se vino como una exhalación varios derechazos que levantaron al público de sus asientos a la vez que lanzaba olés al aire. Incorporado destacó el buen toreo largo y con hondura la derecha. Viéndose trazos que fueron carteles de toros. Final del de faena en novillero con garra y valentía que le animó a citar a recibir al astado toledano enterrando el acero hasta los gavilanes. dos orejas del palco que sumaron tres y le declararon triunfador del festejo.
Completaron la terna Víctor Hernández y Sergio Rodríguez que pasearon una oreja por coleta.