Las imágenes de hospitales colapsados y las restricciones impuestas a los viajeros procedentes de China traen recuerdos traumáticos. No ayudan algunos medios de comunicación y otros tantos políticos, que retuercen la cautela de los expertos y sujetan el altavoz de los oportunistas del miedo para hacernos temblar una vez más.
Pero lo que está ocurriendo estos días no tiene demasiado que ver con lo que se fraguaba a finales de 2019. China está pasando ahora por lo peor de la pandemia porque su gobierno ha estado tres largos años persiguiendo el sueño de aislarse del resto del mundo y erradicar el virus. El llamado 'covid cero' tenía que estallar antes o después, y lo hizo hace unas semanas, cuando los contagios se descontrolaron y la población se rebeló contra los confinamientos extremos practicados allí.
Ahora el virus cabalga en China como lo hizo en Europa hace tres años. Hay agravantes: su sistema sanitario es mucho peor que el nuestro y las variantes actuales son mucho más contagiosas que las que había cuando estalló la pandemia. Y hay atenuantes: dos terceras partes de la población ha recibido la pauta completa de la vacuna china (que no es Pfizer, pero es mejor que nada) y disponen de mucha más información sobre el virus y cómo tratar la infección de la que había entonces.
La postura de Japón, Corea del Sur, Taiwán y los países occidentales, liderados por EEUU, tiene más de revancha que de cordón sanitario. Cerrarse a un virus que ya circula libremente en nuestras sociedades no tiene demasiado sentido. Como mucho, puede servir para prevenir la expansión de nuevas variantes. Pero si algo hemos aprendido en estos años es que ponerle puertas al campo global funciona regular.
Se trata, más bien, de una venganza propagandística. Tras tres años escuchando a las autoridades chinas gritar que solo ellos han sido capaces de controlar el virus, ahora es la ocasión de contraatacar. Estamos en una nueva Guerra Fría y este cambio radical en el relato pandémico es precisamente el escenario que el Partido Comunista Chino temía tanto y la razón principal por la que ha alargado hasta más allá de lo razonable ese objetivo imposible que ha sido siempre el 'cero covid'.