Un obispo, un anillo y dos alianzas

J.S.
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César García Magán decidió llevar puestas durante su ceremonia de ordenación episcopal las alianzas de boda de sus padres, Francisco y Marina, ya fallecidos

César García Magán, tras ordenado obispo el pasado sábado en la Catedral de Toledo. - Foto: Joaquín Romera

Ocho días después de que las campanas de la Catedral tocaran a difunto por la muerte del cardenal Francisco Álvarez, la seo toledana albergaba una celebración: la ordenación episcopal del Francisco César García Magán. El vicario general de la diócesis toledana desde el episcopado de Braulio Rodríguez se convertía en obispo auxiliar de Toledo. Francisco Cerro, actual primado, fue el ordenante principal. Ambos, ordenante y ordenando se conocen y se admiran desde hace cuatro décadas. García Magán recordó que, hace casi 40 años, un joven seminarista acudía cada semana a la toledana parroquia de san Nicolás para realizar sus prácticas pastorales. Allí, «desde el silencio y la admiración», se fijaba en un joven vicario parroquial. «Hoy, 40 años después, el joven vicario es el arzobispo primado y aquel joven sacerdote es tu obispo auxiliar que seguirá fijándose en ti para aprender su nuevo ministerio», afirmaba.

Cerro, durante la homilía, recordó a su nuevo obispo auxiliar que «no existe santidad sin humildad». «El pueblo de Dios espera pastores que entreguen su vida por amor», añadió el Primado, que explicó a García Magán que la diócesis toledana no merece la pena; merece la vida».

La humildad que la actividad pastoral contrasta, sin duda, con la solemnidad y pomposidad del ritual para ingresar en el colegio episcopal. A la lectura del mandato del Papa, promesa del elegido, postración del ordenando en el suelo mientras se cantan las letanías, imposición de manos, unción con el Santo Crisma, entrega del Evangelio y de los signos episcopales como el anillo, la mitra y el báculo.

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La hermana de García Magán proclamó la segunda lectura.
La hermana de García Magán proclamó la segunda lectura. - Foto: Joaquín Romera
Ritual de la imposición de manos al nuevo obispo.
Ritual de la imposición de manos al nuevo obispo. - Foto: Joaquín Romera

Pero más allá del ritual los momentos más emocionantes de la ceremonia llegaron del corazón. Como cuando  la hermana y el sobrino de García Magán proclamaron las lecturas o como cuando el arzobispo reveló que el nuevo obispo había decidido llevar las alianzas de boda de sus padres, Francisco y Marina, ya fallecidos.  «Si yo fuera capaz de ofrecer la mitad de entrega y de amor de lo que nos ofrecieron a mi hermana y a mí, ¡qué bien obispo sería! Querido papá, querida mamá, un gran abrazo y un beso infinito», aseguraba un García Magán emocionado y con voz entrecortada.

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