Las claves del éxito de la rebelión de Abd-El-Krim

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La inteligencia práctica del cabecilla rifeño le sirvió para organizar el contrabando necesario para comprar armamento y también para organizar su unidad de élite como ariete frente a los españoles

Las claves del éxito de la rebelión de Abd-El-Krim - Foto: Yolanda Lancha

El coronel Adelardo García Garzón ha pronunciado en el Auditorio del Museo del Ejército una conferencia sobre la 'Preparación para la rebelión de Abd-El-Krim' donde lo más destacado es sacar a la luz que aquella insurrección «no surgió de la noche a la mañana» sino que requirió de planes pormenorizados.

Dentro de ese aspecto García Garzón, que es Jefe del Área de Acción Cultural del Museo del Ejército, abordar algunos puntos esenciales a su juicio, ente los que destaca la manera en que el cabecilla rebelde logró el dinero necesario para llevar a cabo la operación y comprar armamento (esencialmente a través de contrabando, explica) y cómo encuadró a su unidad de élite que es la que acaba forzando el desastre de Annual (la derrota española de 1921).

Considera que Abd el-Krim es un personaje interesante porque, además de ser «muy culto, era muy inteligente» con el añadido de que poseía una «inteligencia práctica» siendo capaz de aprender rápido para utilizar esas enseñanzas en la consecución de los fines que se proponía.

Además no solo jugó las bazas de sus relaciones con España y Francia sino también la de Alemania, ya antes de la Primera Guerra Mundial, y más tarde, en 1925, cuando ataca a los franceses rompiendo relaciones por ese lado, también intentó sacar provecho de Reino Unido. En definitiva mantuvo un papel activo por alcanzar cierta notoriedad internacional entre las grandes potencias con el fin de que apoyasen su causa.

Señala que los efectos de esta rebelión se pueden apreciar todavía hoy y en la zona del Rif donde existe mucha contestación al régimen de Marruecos que ha tenido que intervenir en alguna ocasión.

Se trata de un lugar geoestratégico, especialmente en la época de principios del siglo XX ya que era  la frontera sur de Gibraltar y el que domina esa orilla tiene muchas posibilidades de mandar en el estrecho, que era paso obligado para los transportes de todo tipo.

Era tan esencial que los ingleses empujaron a España a entrar al mismo tiempo que se trataba de evitar estar en una tenaza francesa, al norte de los Pirineos por un lado y al sur de Gibraltar por otro. En realidad, opina que desde cualquier otro punto de vista «no se nos había perdido nada en el Protectorado».

Sin embargo considera que España salió bien del conflicto ya que la guerra del Rif acaba en 1927 y hasta el año 1956, con la retrocesión a Marruecos y el fin del Protectorado, «no hubo ningún problema en la zona española». Como anécdota señala que, no hace mucho en un viaje, al echar gasolina se dirigió al empleado en francés y este le respondió «en un castellano con un acento que era casi de Valladolid», lo que hace pensar que la influencia española persiste en la zona.