Un cambio generacional que salvó el Patrimonio toledano

Jaime Galán
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El arquitecto Joaquín López repasó en un Congreso organizado por el Consorcio la historia reciente del patrimonio local. Narró los episodios que ha ido superando la ciudad desde las primeras actuaciones «más genéricas» hasta el estado actual

Joaquín López López repasó la historia reciente del sector en la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas. - Foto: Yolanda Lancha

Toledo lleva siglos luciendo un patrimonio apasionante, pero no siempre ha estado cuidado y conservado en las mejores prestaciones. A propósito del Congreso Internacional de Revestimientos de Fachadas en el Conjunto Histórico de Toledo que se está celebrando en la ciudad durante esta semana, una voz autorizada como Joaquín López, arquitecto y dirigente durante años de la Escuela-Taller local, narró las diferentes etapas por las que ha pasado Toledo en su tarea de conservar y restaurar sus espacios patrimoniales.

La situación actual, muy cubierta en el día a día por una entidad pública como el Consorcio, no se compara con la que existió en Toledo hace décadas. Joaquín López aprovechó su intervención para contextualizar que hasta 1962 los diferentes Gobiernos no se preocuparon por el mantenimiento de edificios históricos. Dos años después, llegaron las primeras medidas dirigidas a frenar procesos especulativos en determinados Cascos Históricos del país, pero en Toledo hubo que esperar hasta 1968 para fechar la primera actuación. Según el reconocido arquitecto, esta se limitó a «un plano que delimitaba las alturas de los edificios con solo ocho folios de texto». A juicio del experto, el documento presentaba «una protección excesiva de estos espacios, con criterios muy generales o conservacionistas de intervención».

Esta actitud empieza a cambiar en los años 80 cuando aparece «un cambio generacional». Joaquín López lo describe como la lluvia de unos jóvenes interesados en aplicar iniciativas no contempladas hasta el momento, lo que genera «comenzar a vivir sin la sombra de Madrid». De hecho, esto se aprecia en que es en el año 1986 cuando Toledo recibe el reconocimiento de Ciudad Patrimonio de la Humanidad y cuando se crea el Plan de Ordenación Municipal, aún vigente. Avances que no se culminan hasta la creación en 1992 de la Comisión Especial para el Patrimonio Histórico de la ciudad de Toledo, algo así como los antecedentes del Consorcio actual.

Un organismo creado porque en ese momento las instituciones interpretan que «no se estaba actuando bien», y que fue formado por dos miembros de la consejería de Cultura de la Junta y otros dos del Ayuntamiento de Toledo. 

Joaquín López formó parte de ese cambio generacional del que habla durante su etapa en la dirección de la Escuela-Taller. En ella, preparaba a los jóvenes para su incorporación al mercado laboral enseñando técnicas y oficios antiguos, en lo que él bautizó como «crear la figura del aprendiz». Entre tanto, estudiaron técnicas como el esgrafiado, actualmente muy poco común en las fachadas toledanas, pero que consiste en el arte que dibuja con un grafio, haciendo que salten trozos de la superficie para descubrir el color de otra capa, según su definición. Puso como ejemplo de esta técnica el inmueble ubicado en el callejón del Salvador número 1.

Durante esos años también entró en juego el trabajo con el color, muy diferente a lo establecido actualmente, al no contar por entonces con un Plan de Color como ahora. Esto permitía repintar edificios históricos como la Ermita de Santa Ana de un color rojo sangre. Y es que, según López, «entre los siglos XVII y XVIII Toledo estaba muy pintada de rojo». De hecho, el arquitecto reconoce que aún quedan fachadas que conservan su rojo original, a pesar de contar con una tonalidad más débil, pero en el caso de los azules, también presentes, «los que quedan son porque han sido repuestos» como el de la plaza de la Merced o el de la calle de la Plata.

Todo esto suponía un aprendizaje continuo para jóvenes que, sin saberlo, estaban siendo el germen del Consorcio actual. Cuando ya se conjugó el equilibrio de la conservación del patrimonio con los espacios residenciales, llegaron tres episodios que como dice Joaquín López, «a día de hoy nos suenan», como son el Plan Especial del Casco Histórico de Toledo en 1997, el Plan de Color en el 2001 y la primera reunión del Consejo de Administración del Consorcio en julio de 2003. Pasos imprescindibles para llegar hasta el patrimonio que hoy presentan las calles de Toledo, a los ojos del arquitecto Joaquín López.