El verano es el nuevo año para los hedonistas. Disfrutar del placer de la lectura cuando se dispone de más tiempo es una delicia.  

Es el momento de parar el reloj y dejar el teclado a un lado. Despejar la mente y llenarla de creatividad. Hay que menguar esa torre de Babel que descansa sobre la mesilla y mira con deseo desde el otro lado de la cama. Y estos libros son el primer bocado de un verano que huele a papel lleno de arena, páginas gastadas por el sol y renglones subrayados.  Si el calor aprieta y el aire acondicionado se convierte en nuestro mejor aliado, la literatura puede ser una suerte de bálsamo capaz de llevarnos a navegar por mares lejanos, mojarnos los pies en frescas piscinas o sentir la fuerza del frío viento en la cara. Si bien abrir un libro no hace que la temperatura baje, sí que puede llegar a construir una atmósfera en las que cada uno puede plantar su sombrilla donde quiere, embarcarse en el velero o irse de vacaciones donde no reine el astro rey.

Algunos aspiran a aprovechar e ir reduciendo la lista de lecturas pendientes. Otros prefieren aprovechar para leer volúmenes más sesudos. Y otros prefieren novelas refrescantes para relajarse. Los fans del calorcito pueden abrir páginas junto a un río, en el campo o en el mar... hasta que la curiosidad lectora dé una tregua. ¡Sumérjanse!  

Los 12 elegidos

Autor: Alejandro Baricco. Océano mar 

El escritor italiano, un mago constructor de universos deliciosos y apetecibles, publicó en 1999 este libro en el que el océano es el protagonista de historias marcadas por las corrientes marinas y donde el mar tiene voz propia. 

Autor: Almudena Grandes. Los aires díficiles

Editada en 2002, la autora madrileña se alió de ese poniente y levante gaditano que tan bien conocía para hablar de amor, de superación, de dolor y de sanación tras un naufragio.  

Autor: Alejandro Baricco. Gran sol 

Un chapuzón en salvajes aguas es lo que propone Aldecoa al meterse en la piel de los oficios del mar, después de unirse a los pescadores de altura de la costa cantábrica para poder contar su vidas, llenas de lucha, frustraciones y esperanza.  

Autor: Hugo Pratt. Corto Maltés

Este hijo de una gitana de Gibraltar de mirada profunda con el que perderse a lo largo y ancho del mundo para surcar Bajo el sol de medianoche o bailar al ritmo de  La balada del mar salado, donde Pratt hizo suyo el universo de las islas.

Autor: Herman Melville. Moby Dick

Sin dejar el mar recuperar otro clásico siempre es una buena opción, sobre todo si se trata de esta historia que nos sube al Pequod en busca de un gran cachalote blanco. Una obra maestra con la que se sufren sudores fríos del capitán Ahab.

Autor: Ernest Hemingway. El viejo y el mar

Sin dejar el mar recuperar otro clásico siempre es una buena opción, sobre todo si se trata de esta historia que nos sube al Pequod en busca de un gran cachalote blanco. Una obra maestra con la que se sufren sudores fríos del capitán Ahab.

Autor: Cesare Pavese. La playa

De la playa peruana de Cabo Blanco, a las colinas del Piamonte y las bullciosas playas de la Liguria, los escenarios de esta novela donde la despreocupación del verano contrasta con las plúmbeas dudas existenciales de sus personajes.  

Autor: Agatha Christie. Sangre en la piscina

Las piscinas son también esos lugares deseados, y más accesibles para aquellos a los que la playa se les antoja como un oasis en este desierto estival. Piscina y misterio, ¿hay mejor mezcla?  

Autor: Boris Pasternak. Doctor Zhivago

Un libro para los amantes del invierno. El helador Moscú en plena Revolución de 1917 invita a recuperar la vida y pasiones del doctor Yuri Andréyevich Zhivago, este personaje con el que viajar por una época histórica que viene bien recordar.

Autor: André Aciman. Llámame por tu nombre

Elio y Oliver, un ejercicio literario luminoso que nos lleva a lo más profundo de los sentimientos y el erotismo entre dos hombres. Un paseo por esos rincones del amor de la costa italiana. 

Autor: Susanna Soberg. Baños en aguas frías

En un mundo estresado, plagado de tecnología y celeridad, tener contacto con la naturaleza nos proporciona un estado de calma preciso. La natación es buena para la mente y cuerpo.

Autor: Andrea Longarela. Fuimos un invierno

Daniela tenía la vida que creía desear: un trabajo con el que pagaba las facturas, una relación modélica y una amiga íntima. Una estabilidad que la hacía feliz. Pero la vida da giros.