Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Dar y recibir regalos

05/01/2023

Por nuestros lares, damos fin a las fiestas navideñas, celebrando la entrañable Noche de Reyes en la que todos esperamos recibir regalos. Nuestros zapatos llenos de presentes serán la prueba, no solo de que, a los ojos de los magos de Oriente, nos hemos portado razonablemente bien en 2022, sino de que alguien ha pensado en nosotros y se ha tomado la molestia de avalar nuestra carta ante sus majestades, porque, de alguna manera, nos concede importancia y nos hace un hueco en su ajetreada vida.
 Por cierto, he leído en las noticias que a los gerentes y directores de administración de Melchor, Gaspar y Baltasar les han sido de gran utilidad los avances en big data e inteligencia artificial para conocer de antemano, con muchísima probabilidad, qué regalos nos decidiríamos a pedir. Gracias a ello, y trabajando desde septiembre, han podido cuantificar las necesidades de fabricación de regalos y tienen preparada la logística de distribución y transporte hasta nuestras casas.
Aunque en esta noche mágica los regalos son protagonistas, ofrecer un regalo, acto de generosidad con el que tratamos de complacer al otro, lo hacemos durante todo el año por los más variados motivos y no siempre claros intereses. Se podría calificar de práctica política, puesto que ayuda a que la armonía engrase los engranajes de la convivencia en sociedad, sin pararse a detallar, claro está, los distintos grados de intimidad que forjan las convivencias particulares.
Con un presente formal se puede manifestar respeto, consideración, amistad, admiración reconciliación o agradecimiento. Podemos también intercambiar regalos inmateriales: un discurso dedicado, compartir conocimiento, siendo, estando y ayudando sin que nos lo reclamen o incluso más efímeros: un gesto, una palabra de aliento, un saludo cordial o una sonrisa al pasar. Todos sirven para crear y consolidar relaciones entre las personas y que no deteriore el paso del tiempo el vínculo que nos une a ellas.
Sin embargo, hay grandes diferencias entre nuestra cultura y las del resto del mundo y más a lo largo de la historia donde no siempre el intercambio de regalos puede interpretarse como una mera demostración de afecto o agradecimiento, sino como un medio para comunicar intenciones entre el que dona y el que recibe. Bueno… nuestro refranero también sentencia que «el que regala bien vende, si el que recibe lo entiende».
Entre las curiosidades, el potlach, de las tribus indígenas norteamericanas, un intercambio ritualizado para adquirir un lugar en la sociedad, donde se compite por demostrar abundancia, generosidad y riqueza ante los demás, con el fin de ganar posicionamiento y reconocimiento social. Aceptar el obsequio implica retribuirlo y superarlo, por lo que evidencia su intención de buscar la sumisión del obsequiado. Negarlo sería una ofensa, una declaración de guerra. Presenta similitudes con las dádivas orientales, las pellizas de armiño y martas cibelinas, de las cortes otomanas. Nada que ver con un regalo, en principio, desinteresado que podría ser el Hau de la cultura maorí que implica a ese espíritu, ya que le recompensará al que regala por su buena acción, devolviéndoselo por otra vía y evitándole la mala suerte.