La fuerza de un pequeño dragón

Esther Rodríguez López
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Un delicado trabajo realizado en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla en el siglo XVIII como símbolo de la exactitud, el equilibrio y la justicia

Un pequeño dragón, símbolo de la fuerza, para sujetar la pieza que marca con exactitud el peso en la balanza, símbolo a su vez del equilibrio y de la justicia. - Foto: Museo del Ejército

En 1785, el Conde de Lacy era el Comandante e Inspector General del Real Cuerpo de Artillería y el Director del Colegio de Caballeros Cadetes del mismo cuerpo. Bajo su dirección, en el Real Colegio instalado en el Alcázar de Segovia, se creó y organizó el Laboratorio y la Cátedra de Química y Ciencias Naturales en la conocida como Casa de la Química. Un nombre evocador que nos hace imaginar a los alumnos, futuros oficiales artilleros, entre probetas, aprendiendo a desarrollar mixtos y compuestos en sus clases de experimentación.

El Conde de Lacy compaginaba esta labor con la Comandancia e Inspección de la Real Fábrica de Artillería de Sevilla, donde se fabricaban los cañones de bronce que abastecían los ejércitos españoles. La Fundición era el núcleo central del complejo fabril que además contaba con la

Real Maestranza para la construcción y montaje de las piezas. Bajo la supervisión de aquellos oficiales formados en el Real Colegio, había maestros y operarios fundidores, herreros, carpinteros, moldereros, grabadores, limadores…, estaban presentes todos los oficios necesarios para la conformación de las piezas e instrumentos relacionados con la artillería. 

El Museo del Ejército expone en la Sala dedicada a la Monarquía Ilustrada, una preciosa balanza romana de bronce obra de aquellos talleres reales. Como podemos leer en las inscripciones grabadas en la misma, Se hizo en la Real Fundición de Artillería de Sevilla año de 1785, Siendo director e Ynspector el Excelentísimo Señor F. Conde de Lacy. La autoría de la pieza nos es desconocida aunque su ejecución demuestra un profundo conocimiento de la elaboración de moldes, la fundición en hueco, el grabado y el cincelado. No en vano, como hemos visto, estos centros contaban con los mejores "técnicos" del momento.

Las romanas son balanzas de brazos desiguales, uno largo marcado con la graduación de la medida y otro corto que sustenta el gancho o alcoba para colgar. Basada en las propiedades de la palanca, el peso se equilibra mediante el pilón, pieza móvil que se desplaza por el brazo graduado, registrando el peso exacto cuando el fiel o aguja, situada en el brazo corto, queda completamente vertical.  Aunque en la actualidad este tipo de balanzas ya no se utilizan, fueron instrumentos de precisión imprescindibles para pesar los componentes de las pólvoras e incluso los propios cañones, y por ello, estuvieron muy presentes en el trabajo de los artilleros.

En nuestra pieza la base esférica achatada del pilón está decorada con grabados que representan los símbolos de la artillería, pilas de proyectiles, bombas y dos cañones cruzados en una de sus caras y en la otra, banderas y estandartes con un tambor y un cornetín en el centro. La figura de un dragón de cuerpo curvado a modo de gancho aparece con las fauces abiertas, sujetando con la boca el vástago moldurado del pesado cuerpo del pilón. 

Un pequeño dragón, símbolo de la fuerza, para sujetar la pieza que marca con exactitud el peso en la balanza, símbolo a su vez del equilibrio y de la justicia. Valores en los que se instruía a aquellos futuros artilleros del siglo XVIII a los que se procuraba dar una sólida formación militar, científica y moral. Exactitud, equilibrio y justicia pueden definir este preciado objeto que ha llegado hasta nosotros y que el Museo del Ejército custodia como una joya de su colección de instrumentos científicos.