Rufo se sienta en la mesa de las figuras con una Puerta Grande

Mario Gómez / LAS VENTAS
-

El toledano confirma y se confirma cortando dos orejas a su lote y abandonando en volandas la Monumental. El Juli pinchó una faena antológica por segunda tarde consecutiva y Talavante se resarció en el 5°

Rufo abandonó la plaza de Las Ventas en hombros - Foto: Plaza 1

Tomás Rufo sabia que la tarde de hoy era la de confirmar no solo la alternativa, sino todo lo que venía apuntando. Para la ceremonia sorteó un colorado con cuajo que blandeó en banderillas y en el caballo. El de Pepino no lo dudó y tras comenzar en el tercio, un natural rompió en olés y le apremió a irse a los medios. Una vez allí corrió la mano por ambos pitones y vio que, igual que pasase de novillero, encandila a Madrid. Calidad cogida por alfileres. Faltó al toro el punto de transmisión y condición necesaria para una faena de mayor eco, pero con lo que tenía comprendió a su oponente y paseó un trofeo a base de torear templado.

El que cerró el festejo fue un torazo ante el que el toledano Fernando Sánchez volvió a dar un recital con los palos pasando dos veces por una única de un veterano Carretero. El silencio se hizo en Madrid cuando Rufo tomó la muleta para doblarse por circulares. Se oyeron olés. Buscó siempre la colocación y eso penalizó la ligazón por momentos. Logró calentar al natural, antes de crujir Madrid por el derecho. Hizo todo con gusto y con el mismo gusto lo cerró por bajo, a pies juntos y vertical. La medida justa, y una estocada hasta la bola que hizo aflorar pañuelos. Petición mayoritaria y el torero paseó el segundo trofeo de su tarde. Algo discutida, pero cayó de pie en Madrid.

Ante el cuarto, que salió muy abanto, cuando Julián lo recogió en el capote, se vieron lances de bella factura abrochados con una buena media. Pronto y en la mano empezó El Juli y sacó todo lo que el animal tenía y Madrid le quiso dar. Mando por el derecho y suavidad por el izquierdo. Pasando a pitón contrario cuando los silbidos le obligaron. Fue en la vuelta a la derecha cuando arrastrando más de media muleta quebró Madrid. Y volvió el natural de los mil segundos. De uno en uno y saboreando. Mil uno, mil dos y mil tres. Sacándoselo por la espalda en un circular. Madrid en pie y Julián rendido a su plaza. Cogió la espada y volvió a embarcar, templar y mandar con la izquierda. Y llevarlo largo y lejos. Tan lejos como estuvieron en otro tiempo Madrid y Julián, y tan cerca como se quedó de la Puerta Grande con el pinchazo hondo al primer intento. Al segundo hasta la bola, y tardo en rodar. Se tragó la muerte y El Juli quiso darle honores y sonó el segundo aviso. Cuando se echó, afloraron los pañuelos pidiendo el trofeo. A pesar del tiempo transcurrido, el rescoldo de la faena estaba vivo, y se pidió con fuerza la oreja y clamorosa fue la vuelta al ruedo de un torero abatido y vacío. De órdago como Julián lamentándose de camino a los medios tras la vuelta al ruedo y la bronca al presidente.

Rufo cortó una oreja en cada uno de sus torosRufo cortó una oreja en cada uno de sus toros - Foto: Plaza 1

En segundo lugar había saltado un entipado animal para El Juli. De nuevo flojeó en varas y más aún en banderillas. El presidente lo mantuvo y la merma fue tal que a la segunda tanda Julián hubo de despenarlo. No anduvo certero y duró más el trámite que el trasteo. Inédito.

Más fotos:

El Juli pinchó una faena antológica al cuarto.
El Juli pinchó una faena antológica al cuarto. - Foto: Plaza 1
Talavante empezó con un comprometido inicio de rodillas.
Talavante empezó con un comprometido inicio de rodillas. - Foto: Plaza 1

Talavante al 5° lo pasó con suavidad por ambos pitones de salida y lo dejó de lejos al caballo. Miguel Murillo se asomó al balcón y hubo de saludar. Para entonces ya marchaba Talavante con rictus serio a los medios para brindar y decir "aquí estoy yo" . Se echó de rodillas sobre las rayas del tercio y toreó en redondo como muchos sueñan en vertical. Logró ralentizar las embestidas y pasarse los pitones por el corbatín, antes de dar el de pecho mirando al tendido. De pie hizo un monumento al natural y otro a los derechazos y giró sobre los riñones encajados para llevar las embestidas manteniendo la serenidad a pesar de las coladas y tarascadas del Garcigrande, que tan pronto quedaba corto como se iba largo. Cruzado casi hasta el más allá toreó sobre la cintura mirando al tendido y llevando más atrás de la cadera hasta que hubo toro. Pinchó a la primera y se le fue baja a la segunda y fue ovacionado. En el tercero también sufrió las protestas. Al toro por su justeza de fuerzas y a él por su colocación. No terminó de confiarse ni de entenderse y optó por abreviar, tanto que hasta la estocada fue caída.

ARCHIVADO EN: El Juli